Crítica de cine

Amistades peligrosas por Cecilia García

La Razón
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Sucede con demasiada frecuencia: una adolescente perece a manos de un acompañante masculino con el que ha tenido una relación amorosa de corto recorrido y trágico final. En el caso de Avellaneda Núñez se cumple el guión homicida punto por punto y también se reproducen los patrones de comportamiento. La joven dominicana, a saber por qué, decidió acompañar a su asesino a una cantera, lugar muy poco propicio para cualquier encuentro, más aún si se tiene en cuenta –lástima que no nos lo pueda confirmar Avellaneda– que el chico estaría visiblemente nervioso y dolido por lo que pudo ser entre ellos y nunca llegó a cuajar.

Con todo lo que resulta más sorprendente, y dice mucho de la salud mental de nuestra sociedad, es cómo los varones más jóvenes reproducen las conductas machistas de sus mayores e interiorizan con tanta eficacia aquella frase maldita de «la mate porque era mía». Porque parece claro que Avellaneda Núñez fue asesinada por una «no relación» que no se termina de asimilar y digerir con normalidad y una mínima madurez. A todos y a todas nos han dejado alguna vez e, incluso como dice la canción de Esclarecidos, hemos perdido antes de llegar a jugar. Son cosas de la vida. Aparte de educación sexual nuestros jóvenes precisan una educación sentimental y emocional más pronto que tarde.