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Historias de aquí (I) por Julián REDONDO
Tubo de escape sin silenciador; alfombrillas plastificadas de un azul metalizado. Volante fosforito a juego y a la derecha, esto es África del Sur, circulan por la izquierda. El conductor de este automóvil semituneado es... blanco. Ha puesto su vehículo al servicio de España por un módico precio que no tiene in- terés alguno en revelar. Cubre trayectos entre hoteles de la expedición «Roja» y los campos de entrenamiento. Antes de arrancar, un voluminoso objeto sobresale debajo del asiento del copiloto. Una funda negra aterciopelada. «Perdón, he pisado algo». El dueño extiende la ma- no y lo recoge. «Es una pistola». La enseña. Ante la mirada de asombro, se siente obligado a dar una explicación: «Es que por aquí nunca se sabe». Es el momento de tragar saliva, de revisar el manual de precauciones, esto es Suráfrica, ¡joder!, y de buscar un italiano para comer. El conductor, tan campante, emprende la marcha, el motor hace un ruido del demonio; en un santiamén estamos en el hotel. ¿Será necesario ese pistolón?. «Por aquí, sí». ¡Uff!
NO RESPIRES Y... GHANAEste seguidor de Ghana se pintó la cara con los colores de su selección y se dirigió al estadio Loftus Versfeld de Pretoria, pero la victoria se le antojaba una quimera frente a Serbia. Optó por ni respirar, no mover un músculo; en trance esperó y Ghana ganó.
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