Consejo de Ministros

Crisis de Gobierno por Toni Bolaño

La Razón
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Artur Mas ha decicido envolverse en la senyera para buscar el cuerpo a cuerpo con Mariano Rajoy recurriendo ante el Constitucional todo lo recurrible. Es lo que le queda porque las cosas no van como quisiera. Cataluña puede ser intervenida si el Gobierno no le acepta las cuentas. Y el Ejecutivo podrá intervenirla gracias al apoyo –cosas de la política– de CiU en el congreso a la Ley de Estabilidad Presupuestaria.

Mas no consigue superar el déficit a pesar que se ha afanado en recortar todo lo recortable pero los tijeretazos apenas han servido para nada. Han cabreado a los catalanes pero el maléfico déficit apenas se ha recortado. Cercado por las cuentas, el president de la Generalitat ha agitado el pato fiscal, algo así como la piedra filosofal que solucionará todos los males. Pero ahí también ha tocado hueso. En Cataluña porque el PP y el PSC no se fían y en Madrid porque Rajoy no está para estos menesteres.

Con este panorama agitado era lógica la aparición de la Ley de Murphy, o sea si las cosas van mal pueden ir a peor. En CiU, pero sobre todo en CDC, crece por momentos el malestar contra algunos consellers del Gobierno «de los mejores de Mas». Sobre todo, contra los consejeros independientes que cada vez que hablan sube el pan. El último en hacerlo fue el conseller de Economía que, sin encomendarse ni a Dios ni al diablo, propuso que los enfermos pagaran 5 euros por cada día de estancia en un hospital. La tormenta perfecta estalló en los partidos que apoyan al gobierno catalán que no daban crédito a la propuesta. Hasta Oriol Pujol, el secretario general de CDC, no ocultaba su malestar e incluso puso en cuestión que suprimir el impuesto de sucesiones con la que está cayendo hubiera sido una buena idea. De Mas Colell, claro. Llovía sobre mojado. El conseller de Industria y Empleo, Francesc Xavier Mena, Justicia, Pilar Fernández Bozal, y Sanidad, Boi Ruiz, han puesto en la picota en más de una ocasión al president. La contestación interna sube como los decibelios de una discoteca en hora punta. Algunos apuestan por cambios en el Gobierno, por una mini crisis, y así afrontar mejor una situación que se antoja irá a peor. Un miembro del Ejecutivo nos decía hace pocos días que «esto no puede seguir así». El president Mas tiene ahora la palabra.