Feria de Bilbao
Juan Bautista puerta grande en Las Ventas (por fin)
-Las Ventas. 6ª de la Feria del Aniversario. Se lidiaron toros de la ganadería de El Cortijillo y uno, el 1º, con el hierro Hermanos Lozano, 2º y 4º buenos, y 5º manso pero que se entrega con calidad. Tres cuartos de entrada.-Miguel Abellán, de blanco y plata, pinchazo, aviso, pinchazo hondo, dos descabellos (saludos); media, aviso, dos descabellos (vuelta al ruedo).-Juan Bautista, de gris plomo y oro, estocada (oreja); estocada (oreja).-Arturo Macías, de azul marino y oro, estocadas, aviso, descabello (silencio); dos estocadas que hacen guardia (silencio).
Juan Bautista vino ayer a Madrid con los aires de otros tiempos. Aquellos en los que un faenón nos hizo recuperar la fe. Lo estaba cantando desde su llegada y estábamos en el final de este maratón taurino. Abrimos la puerta grande, ¡milagro!, como liberándonos de una condena. Y por ahí salió el francés, el único (salvo los rejoneadores) de toda la temporada taurina de Madrid. Único.
De cara salieron las cosas con el segundo de la tarde. El espectáculo comenzaba pronto. Quiso el toro desplazarse con gracia, con transmisión, con la alegría del que ofrece faena a quien quiera hacerla. Y Bautista ligó por derechazos, muerta la muleta siempre ante los ojos del toro, que en ese viaje salía con la cara alta. Por ahí, en el toreo diestro, se encajó, tiró del relajo que lleva dentro y la emoción se contagió. Estaba convenciendo cuando se puso con la zurda, correcto pero menos intenso, más de puntillas.
Supo recuperar el ambiente, sostener la expectación y tirarse a matar de veras para cobrar una buena estocada. Había estado a la altura. A la de Madrid y a la del toro. Tenía la puerta mágica a medias, que en este coso, es inmensa, por todo lo que supone. Y salió el toro mansurrón en quinto lugar, con las ideas claras pero para rajarse a tablas, buscar el refugio en el camino de la huida. Eso sí, las embestidas eran todas por abajo y con calidad. El mérito de Bautista residió en ganarle el paso, dejarle ahí la muleta antes de la estampida y ligar. Anduvo correcto, con muchas ganas de rematar, aunque la labor se fuera a menos. La espada entró, pero abajo, sin el decoro que merece ese triunfo negado en serie a todos los que han hecho el paseíllo. Y la rapidez en la muerte hizo que otra oreja le abriera la puerta de par en par. En cambio, fue Miguel Abellán quien dejó en Madrid los naturales de la feria. Qué regusto tuvieron, lentitud, cuajados en la embestida pausada del toro, al paso, roto el muletazo por debajo de la pala del pitón. El animal era pronto e iba como un rayo al primer cite. No le hacía falta rodeos. En el centro se lo hizo todo Abellán, preso de la distancia, luciendo al toro y ligando los pases por la derecha. Acortó distancias cuando se puso al natural, ¿sería un error? Y justo ahí llegó la tanda más profunda y entregada, de las que deben de colmarte por dentro.
Se lo llevó al centro del ruedo para poner la guinda de pastel, espada en mano, como había hecho Bautista antes, pero el estoque se destempló con una media que no fue. La vuelta al ruedo resultó unánime y nos queda la seguridad de que algunos pasajes nos acompañarán mañana en el recuerdo. Vencida la feria. Más brusco le salió el primero, con el que anduvo queriendo y defendiéndose también. Una interesante corrida con faenas de postín tuvimos para el final, como quien pone el caramelo en la boca. Y eso que menos suerte corrió el mexicano Arturo Macías, que no tuvo lote, y sólo pudo dejar su voluntad. Si tiramos de historial, los naturales de Abellán bien podían haber borrado cualquier cosa.
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