Teatro

Bruselas

Introducir el gusanillo por Arturo Reverter

La Razón
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Se ha afirmado muchas veces que la ópera es un género del pasado, muerto en cierto modo, ajeno a las inquietudes y palpitaciones del mundo actual. Según como se mire. Si pensamos que hoy, gracias a los medios de comunicación, a las modernas técnicas de grabación, a los DVD, a la difusión a través de internet, es posible proporcionar una información más verídica y copiosa y llegar a las más diversas capas de la sociedad, el aserto queda en entredicho. Si somos conscientes de que cada vez hay más teatros, en muchos casos desprovistos ya de polilla –en España se viene produciendo ese cambio desde hace décadas– que cuidan en mayor medida lo que representan, actualizando sus producciones, se comprueba que las cosas van mejor.

Por otro lado, es evidente que los teatros de ópera intentan estar al día y plantean espectáculos modernos intentando enganchar a nuevos públicos, preferentemente jóvenes; lo que, claro, entraña el peligro, que sufrimos a veces con estoicismo, de que los directores de escena –que frecuentemente no tienen nada que ver con el género– perpetren no pocos de-saguisados, alejándose de las intenciones de compositores y libretistas. Pero es un fenómeno que hay que manejar con mano izquierda y capear como se pueda, incluso con el apoyo de la crítica seria y competente. Que, curiosamente, tiene ahora menos peso que antaño, ya que la prensa concede cada vez espacios más míseros a esa actividad, lo que redunda en la desinformación. Pero, frente a ello, como decimos, se multiplican las ofertas y se amplían los horizontes. Toda iniciativa es poca. Y las hay en abundancia. La más reciente viene de la mano de la londinense English National Opera, ENO, y se llama «Undressed Opera»; es decir, algo así como ópera para ir de trapillo, incluso en shorts.

Conferencias y coloquios
Por poco más de 30 libras se puede adquirir un abono para cuatro títulos, dos de ellos clásicos, de toda la vida, «Don Giovanni» de Mozart y «La traviata» de Verdi, y dos modernos, «The perfect American» de Philip Glass, que también se va a estrenar en la actual temporada del Real, y «Suken Garden», un espectáculo multimedia –con inclusión de películas en 3D-, fruto de la colaboración entre el director de escena y compositor Van der Aa y el escritor David Mitchell. El abono da derecho también a asistir a una charla sobre la obra, una conversación con los cantantes y a una copa en un pub.

Esta iniciativa coincide con otra que lleva ya años funcionando, en España también, que es la de la ópera transmitida en directo desde los grandes teatros y proyectada en buenas pantallas cinematográficas. En la Moneda de Bruselas, después de la primera proyección, la ópera en cuestión puede seguir viéndose, y gratis, durante otros quince días. Todo lo que se haga para introducir el gusanillo será bien venido.