Murcia
La semilla del ahorcado
Zapatero es desde hace tiempo, en opinión de muchos, un cadáver colgado de la soga de la crisis inicialmente negada y expuesto en el vergonzoso patíbulo de una economía intervenida desde Europa. Sin embargo, tal vez el semen de este ahorcado político haya permitido paradójicamente alumbrar la criatura de un nuevo futuro para el socialismo en la figura de Tomás Gómez. Sí, ya sé que el presidente empujó la candidatura de Trinidad Jiménez aun sabiendo las aspiraciones del secretario general, pero pocos se han planteado una pregunta tan elemental como fundamental: ¿Por qué? ¿Quizás para movilizar a la Federación Socialista Madrileña, adormecida desde hace lustros por el cansino dominio del PP?
Es posible, aunque no es seguro, que tanto Gómez como Jiménez conocieran el juego desde un primer momento y que se hayan prestado mutuamente a ser uno el sparring del otro con tal del que el candidato resultante gane músculo. Y sea por estrategia o por azar, así es como ha ocurrido. Durante varios meses hablar de Madrid ha sido hablar de Tomás o de Trinidad, habiendo pasado Aguirre y Gallardón a un segundo plano, lo cual, sin primarias, hubiera resultado impensable e imposible.
Zapatero, un muerto muy vivo, está convencido de que su tercera victoria electoral pasa por erosionar todo lo posible al PP en las muy pobladas autonomías de Madrid y Valencia, y si en esta última comunidad, junto a Murcia, las oportunas filtraciones de la Gürtel han venido cumpliendo su papel, en Madrid no hace falta ser espía ni confidente para constatar que la familia socialista, por haber sido agitada, está ya totalmente movilizada.
Por tanto, más de un socialista andaluz debe estar tirándose de los pelos por el absurdo de no haber permitido primarias en algunas capitales donde, como en Madrid, hace varias legislaturas que no tocan poder y como parece que van a seguir a tenor de algunos de los candidatos con los que el PSOE aquí sí que ha decidido ahorcarse.
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