Estados Unidos

«As Sahab» el «alma» de los terroristas

Los cabecillas islamistas centran ahora su actividad en labores de propaganda. Se sirven de internet para lanzar amenazas y captar y adoctrinar futuros «yihadistas»

La Razón
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Madrid-La cúpula de Al Qaida, que se esconde en la frontera entre Pakistán y Afganistán, centra su actividad en labores de propaganda a través de su «aparato mediático», llamado «As Sahab» («las nubes»), por el que difunde, a través de internet, todo tipo de mensajes.Internet se ha convertido en el medio de difusión más importante de Al Qaida para lanzar amenazas y realizar labores de captación y adoctrinamiento de futuros «yihadistas».La debilidad operativa de la cúpula de la organización criminal ha provocado, según los citados expertos internacionales, que las células que se van formando en los distintos países tengan plena autonomía para atentar.A través de los mensajes de internet, se fijan los objetivos generales, entre los enemigos y los «infieles», con especial referencia a Estados Unidos y las otras naciones que operan en Afganistán, entre ellas España. Para ello, se aprovecha el odio que existe en muchos países musulmanes contra occidente por las guerras de Irak y Afganistán.Uno de los objetivos prioritarios de esta organización terrorista, como ha quedado demostrado en el Reino Unido, es la captación de musulmanes (de segunda o tercera generación) que estén plenamente integrados en las sociedades en las que viven y que, por lo tanto, no levantan, en principio, las sospechas de las Fuerzas de Seguridad.Por lo que respecta a las finanzas, los expertos creen que la cúpula de Al Qaida no tiene ningún problema y puede seguir su lucha en Afganistán, tanto para evitar su detención como para formar combatientes que se enfrenten a las tropas extranjeras. El dinero proviene de individuos particulares residentes en países árabes y de las colectas que se realizan en las mezquitas.A los cabecillas les llega mediante individuos que actúan de «correos» y por el sistema conocido como «hawala». Una persona entrega en el punto de origen una cantidad de dinero al agente que se va a ocupar de la operación. Éste llama a otro, que está en el destino, y le dice que ya puede entregar el dinero al beneficiario. De esta manera no se deja ningún tipo de rastro.