Ministerio de Justicia
Atroz Darfur
El Tribunal Penal Internacional ha emitido un mandato de arresto contra uno de los más grandes criminales políticos de hoy, el presidente sudanés Omar Hassan al-Bashir y lo tremendo es que no podemos estar seguros de si es para bien o para mal. Descartamos por absolutamente perversas las acusaciones de racismo o discriminación tras la sentencia. Otros igual de malvados pueden existir, el coreano Kim Yong-Il, por ejemplo, pero el líder sudanés se lo ha ganado a pulso de la más absoluta de las maneras. ¡Vergüenza para aquellos árabes y africanos que se solidaricen con él y encuentren razones para ampararlo! Pero de entrada el mismo tribunal, responsable ante nadie, que se estrena con una sentencia impecable, no está por encima de toda sospecha. No está garantizado que no sea una de esas organizaciones internacionales tomadas por activistas de izquierda que intentan criminalizar toda política que no comulgue con sus dogmas. La posibilidad de que se ocupe del conflicto de Gaza para exculpar en la práctica al terrorista Hamas y negar el derecho del democrático Israel a defenderse no tiene nada de tranquilizadora. La situación en Darfur, causante de la sentencia, empeorará. Bashir ya se ha revuelto contra las ONG que ayudan a las víctimas de la terrible violencia en Darfur. Y el pronunciamiento judicial le cierra toda vía de escape a un delincuente que pudiera avenirse a poner punto final a las atrocidades, abandonando el poder a cambio de cierta inmunidad. Siempre queda la esperanza de que el precedente pueda disuadir a otros de recurrir a parecidos métodos. Lo único eficaz sería que la sentencia desestabilice el régimen, unido a una intervención exterior. Pero, ¿quién se hace después cargo del país?
*Presidente del Grupo de Estudios Estratégicos
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