Barajas
Barajas echa el cierre
Madrid- Problemas a desde las ocho y media de la mañana. Cierre total a las doce y media hasta que, pasadas las cinco y media de la tarde, comenzó, muy lentamente, a operarse de nuevo. Primer aterrizaje después del desastre a las 17:45. La nieve y la niebla obligaron a cerrar Barajas, de facto, durante casi seis horas en las que el caos consiguiente fue mayúsculo. A última hora de la tarde de ayer, el aeropuerto seguía operando a medio gas, con sólo dos pistas funcionando y a la espera de poder recuperar otras dos. Mucha niebla, pocas noticias La explicación, al parecer, era que la niebla había influido más que la nieve en el cierre, aunque hubo que esperar para saberlo, ya que la información de Aena a los viajeros empantanados en Barajas fue tan nula como la visibilidad en pista. Un viajero americano afirmaba que no era normal que un aeropuerto internacional pudiese cerrar por «tan poca nieve». Era del norte, claro. Sin embargo, lo peor, a juicio de algunos de los que vieron sus vuelos retrasados y posteriormente, tras horas de espera cancelados, era la de la falta de información. «No se nos ha dicho nada», comentaba José Luis. Tenía que haber salido para Chicago a las doce, y a las cinco no sabía aún si volaría o no. «Al final nos han dicho que estaba cerrado el aeropuerto, pero las pantallas ni siquiera estaban actualizadas, seguían marcando simples retrasos en la hora de despegue». Y eso en las salas Vip. Para rematar el cuadro, las maletas de todos los vuelos cancelados comenzaron a ser devueltas, sobre las seis y media, pero todas por una única cinta, lo que provocó un lógico colapso, con cientos de personas apiñadas intentando distinguir sus bultos. José Luis viajaba con Iberia y se quejaba de que no había tripulaciones de refresco. La falta de información llegó ayer a extremos más radicales. A última hora, fuentes de Aena eran incapaces de precisar el número total de vuelos que habían sido cancelados a lo largo del día. El único dato que aportaban era que el cierre obligó a desviar 52 aviones con llegada a Barajas y a cancelar numerosos vuelos. «Habrá que resignarse», concluía José Luis ya informado de que su vuelo no llegaría a despegar.
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