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París

Brigitte Bardot: 75 años de liberación sexual

Una exposición en París celebrará el 75 cumpleaños de la bomba sexual más potente de la historia. Repasamos la trayectoria de un mito del celuloide mientras que cuatro coetáneos revelan lo que supuso para ellos

La actriz en su momento de apogeo. En la otra imagen, su aspecto actual
La actriz en su momento de apogeo. En la otra imagen, su aspecto actuallarazon

BB son las iniciales de un mito. Brigitte Bardot, el nombre de la heroína. Los dos siguen hoy vivos, muy presentes, aunque a veces se diría que distanciados. Mucho. Ajenos el uno al otro. Desencarnados incluso. El primero, sin duda alguna, ha envejecido mejor. Tanto que han pasado los años, las décadas, y ante la escasez de cantera mitológica actual, de nuevo cuño y digna de tomar el relevo, cuando el desasosegante presente aprieta y ahoga, se sigue echando inexorablemente la mirada atrás. Para tomar aire sano y respirar. Para revivir leyendas que aún hoy son fuente de inspiración y delirio. Es lo que se propone hacer el museo de los años 30 de Boulogne-Billancourt, un barrio residencial parisino que, como si estuviera predestinado comparte con BB sus incandescentes iniciales. Sumergirse, con un ápice de nostalgia, en los indolentes y despreocupados años 50 y 60. La época dorada de esa rubia atómica, sensual, casi sobrenatural, desprovista sin embargo de sofisticación y artificios. La autenticidad de la Bardot, tantas veces glosada en las revistas, es lo que hace de ella un ser tan desconcertante como magnético.

El peso de la famaUn mito casi sin parangón. Acaso Sofía Loren en Italia, aunque en otro registro y distintas connotaciones, o Marilyn Monroe, aunque en este caso el mito enterró a la persona. También estuvo a punto de hacerlo con BB en un intento fallido de suicidio, abrumada por el peso de la fama.La exposición arrancará el próximo 29 de septiembre coincidiendo con el 75 cumpleaños de la actriz, que esta semana se declaraba «conmovida» de que se le rinda, en vida, tal homenaje.La Francia de Brigitte Bardot es la del imperio de los Renault y el cuadro «vichy» que ella misma pondrá de moda. La de las manoletinas («ballerines»), el yeyé y el rock, y el ansia de utopía. La de un país en plena eclosión. La muestra rescatará del pasado su faceta artística: modelo, actriz y cantante. Revisitará a lo largo de una veintena de salas el icono de seducción y de mujer libre en que se ha convertido y que reveló al mundo allá por 1956: «Y Dios… creó a la mujer». Su primera gran película, a las órdenes del que había sido su marido, Roger Vadim.Enfervorizadas, las masas –masculinas fundamentalmente– cayeron rendidas ante el endiablado y seductor movimiento de su cuerpo al ritmo del mambo. Años después quedarían sin aliento al redescubrirla, en 1963, en «El desprecio» de Jean-Luc Godard. Inolvidable la primera escena del filme en el que, desnuda entre sábanas, con una pasmosa naturalidad, interroga indolentemente a Michel Piccoli, en plena crisis de pareja, si aún le gustan sus piernas, sus nalgas… BB deviene emblema de la «Nouvelle Vague» sin saberlo y , sobre todo, sin pretenderlo. Pocas son las mujeres a las que su aura haya hecho acreedoras de tantos epítetos y tan contrarios a la vez. Que hayan despertado tantas pasiones como iras. La desnudez que la Bardot ha paseado por pantallas del mundo entero y mostrado en miles de fotografías dividió en su momento a la sociedad. Desfachatez y descaro para algunos, ingenuidad y libertad para otros. El icono es ambivalente y poliédrico. Es lo que vino a decir en su momento uno de sus tantos amantes. El no menos subversivo y provocador Serge Gainsbourg, que para ella compuso el lúbrico «Je t'aime…moi non plus», aunque luego lo populizara junto a Jane Birkin. Una impudicia acorde con la personalidad de la francesa, pero en ningún caso obscena. «Puede ser patética y cáustica, nostálgica, maliciosa, acidulada, picante… Toda la gama de una mujer, pero no tiene un miligramo de vulgaridad». La «femme fatale» y la mujer cándida reunidas en una sola. Pero además de «sex-symbol» y el «fantasma inaccesible de todos los hombres casados», como la describió en su día el propio Vadim, BB es el espejo en que se mirarían muchas mujeres ávidas de independencia y libertad. Cuando ella recortó el bajo de su falda hasta límites insospechados, acentuó sus curvas con ajustadas medias y soltó en cascada su melena, muchas la emularon. Lo mismo sucedió cuando decidió recogerla en un moño de antología, el moño «choucroute».«Hace lo que le place»Tal es el fenómeno y los estragos de la «BB attitude» que ni la ultrafeminista Simone de Beauvoir puede sustraerse a analizarlo. «Ella sigue sus inclinaciones. Come cuando tiene hambre y se enamora con la misma facilidad, sin ceremonias. No trata de escandalizar (…) Hace lo que le place y es eso lo más perturbador…» escribe la autora del «El segundo sexo».Desde hace años, Brigitte Bardot vive prácticamente recluida en su casa de Saint-Tropez, a la orilla del Mediterráneo. En la «Madrague», escenario en otros tiempos de las fiestas más exclusivas de la Costa Azul. Desde allí lidera su otro combate: la protección y defensa de los animales. El que le ocupa desde hace más de tres décadas, cuando decidió en 1973 finiquitar su carrera profesional con cerca de 50 películas y 80 canciones. Renunciar a seguir siendo musa de artistas como Andy Warhol, Robert Doisneau y Paco Rabanne, para poner su planetaria fama al servicio de otras causas. Y lo cierto es que tendrá efecto. Su foto abrazada a un bebé foca sobre un banco de hielo canadiense servirá para sensibilizar al mundo entero de la masacre de la que son víctimas estos animales. Pero con el tiempo su defensa ha tomado un cariz más radical.

A través de la Fundación que lleva su nombre no duda en sublevarse contra la Fiesta Nacional española o en censurar las partidas de caza del Rey Juan Carlos en los Cárpatos. Ningún frente se le escapa: hasta la mismísima gobernadora de Alaska, Sarah Palin, a la sazón ex compañera de lista del republicano John McCain, fue el blanco de la Bardot, que le deseó perdiera las elecciones presidenciales americanas por apoyar la caza del lobo en su Estado. Francia, islamizadaDel escándalo sexual ha pasado al ideológico. Sus coqueteos con la extrema derecha le han valido más de una acerada crítica aunque asegura que –al contrario que su actual marido, Bernard d'Ormale– no tiene nada que ver con el Frente Nacional. Sin embargo, se acerca mucho. En 2003 desgrana en «Un grito en el silencio» algunos de sus pensamientos sobre la «islamización de Francia», la inmigración o la homosexualidad, próximos a la ideología del partido de Jean Marie Le Pen. Provocaciones verbales o escritas que le han costado más de una condena, como los 15.000 euros de multa por «incitación al odio racial» hace un año.Hoy sufre artrosis y se mueve con ayuda de unas muletas. A su alrededor ronda una jauría de perros y ella no parece arrepentirse de nada en una entrevista reciente a «Paris Match»: «Siempre he dicho lo que pensaba y pensado lo que decía». He ahí el secreto de su autenticidad.