Londres
Brown nuevo examen en Escocia
El primer ministro intenta poner fin a una racha de cuatro derrotas consecutivas en Glenrothes, limítrofe con su propia circunscripción ¿ Estas elecciones parciales medirán si el «premier» recupera crédito político
El mundo entero está pendiente de Obama, pero Reino Unido hizo ayer un alto en el camino para centrar toda su atención en otro tipo de comicios, los de Glenrothes. Se trata de unas elecciones parciales de una circunscripción escocesa. En circunstancias normales sólo habrían servido para ocupar el puesto de un diputado común, pero con los episodios recientes se han convertido en el marcador más preciso para determinar el futuro del primer ministro. Hace tan sólo dos meses, Brown se encontraba más fuera que dentro de Downing Street debido a la suma de una serie de fracasos electorales que pusieron en pie de guerra a los laboristas más rebeldes pidiendo su cabeza. La crisis financiera le dio paradójicamente un golpe de suerte y le colocó como el «superhéroe» europeo capaz de salvar al mundo de la catástrofe. Desde entonces, los puntos que le separaban de los conservadores -colocados por todas las encuestas ya en el número 10- comenzaron a reducirse, pero los más críticos no quisieron hacerse ilusiones. La crisis ha dejado claro lo que la gente ya sabía, Brown es un gran experto en materia económica, pero la clave no es ésta. Lo que importa realmente es saber si el electorado le ve al final como el gran líder carismático que necesita el país. Con la «by-election» escocesa, el «premier» tiene la oportunidad de poner fin a la sucesión de cuatro derrotas consecutivas sufridas desde que asumió el poder en junio de 2007. Glenrothes siempre ha sido un feudo laborista, pero las encuestas apuntaban ayer a un apretado resultado con el PNE. Los laboristas perdieron en julio en Glasgow Este la holgada mayoría de 13.507 y cedieron el escaño a los nacionalistas de Alex Salmond. Aquella catástrofe tan sólo seguía la mala racha que el premier comenzó en mayo cuando no sólo vio cómo los suyos entregaban Londres a los tories, sino que tuvo que pasar por el mal trago de quedar relegados como tercera fuerza política. Consciente de lo que se juega, Brown ha roto en estos comicios la convención por la que los primeros ministros no se implican en campañas parciales y en octubre se ha presentado hasta en dos ocasiones en Glenrothes. Su mujer también se ha dejado caer en una campaña que no ha escatimado en gastos. La ocasión desde luego lo merece. Sarah Brown siempre ha ocupado un segundo e incluso cuarto plano desde que se convirtió en primera dama, pero no es la primera vez que ha tenido que salir en la foto para afianzar el puesto de su cónyuge. Ya lo hizo en septiembre cuando le presentó en el Congreso laborista. En aquella ocasión dio resultado. Hoy las urnas decidirán si la fórmula ha vuelto a funcionar.
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