Historia
Cercas: «En el 23-F acaba la Guerra Civil»
Javier Cercas diseccionó ayer su última novela, «Anatomía de un instante» (Mondadori), en una conversación larga, cargada de reflexiones y cigarrillos apurados. «La violencia –dijo– es la cantera de la historia. Sólo con un golpe de estado se podía desautorizar otro golpe de estado, el del 18 de julio. En el 23-F acaba la Guerra Civil. Ahí acaba la Transición y el franquismo, que sólo hizo perdurar la victoria de los ganadores». Cercas repasó su trayectoria, el peso literario que posee la historia en su obra, el derrotismo de todos esos personajes que inundan sus páginas: «Es cierto que en mis trabajos existen muchos héroes en retirada. En "Soldados de Salamina"había un hombre que se redime al salvar a otro y que queda como un héroe anónimo, pero legendario. En "La velocidad de la luz"es la imposibilidad del héroe, y en este último libro hay una serie de personajes, complejos, que no están llenos de virtudes y que se redimen en un instante».
Cercas mantiene dilatadas pausas entre una reflexión y la siguiente. En ocasiones, con la demora que requiere prender con un mechero el cigarrillo. «Es la épica de esas personas que son capaces de traicionar una lealtad equivocada para adoptar una lealtad acertada. Se necesita coraje. Todos mis libros son una explicación de lo que es un héroe. No tengo una visión optimista del hombre, pero, a lo mejor, en determinadas circunstancias somos capaces de hacer algo bien».
Cercas, que jamás ha abandonado los parajes de la historia para sus ficciones, insistió en la importancia de revisitar los capítulos de ayer: «El pasado no pasa nunca. Existe una obligación que es replantearse la historia, porque nunca está quieta, es algo que ha ocurrido, pero que leemos de una manera diferente cada vez». El autor de «Soldados de Salamina» rehuyó, sin embargo, cualquier sentimentalismo o apego patriótico que induzca a una historia mal entendida. «No hay que flagelarse sin razón. En España existe un aire lastimero a la hora de mirar la historia, como ocurrió en la generación del 98. Me parece ridícula esa nostalgia imperial. Es ridícula y está mal planteada».
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