Autonomías
CiU se abre a aceptar la financiación por ahora y ya no la tacha de «ilegal»
Montilla defiende que el pacto se ajusta al Estatut en el último pleno del Parlament de este curso político.
BARCELONA- Hay dos rasgos que definen a Convergència i Unió desde su fundación: la ambigüedad y el pragmatismo. Artur Mas los personificó ayer a la perfección en el marco del pleno monográfico sobre financiación que se celebró en el Parlamento catalán. Desde que Gobierno y Generalitat cerraron el pacto hace un par de semanas, el líder de CiU había tachado el acuerdo de «ilegal» un día sí y otro también. Ayer, no lo dijo ni una sola vez. Mas saltó a la tribuna del hemiciclo con el objetivo de modular su rechazo a la nueva financiación y, así, recuperar la sintonía con la parroquia nacionalista moderada que no ve en la lluvia de millones una escuálida propina.El instinto electoral del líder de los nacionalistas le dice que aplaudir el pacto de la financiación es poco menos que servir en bandeja al tripartito su próxima reedición. El mismo instinto le aconseja oponerse al nuevo modelo. Pero su rechazo no puede ser hostil porque se arriesga a que su electorado no le reconozca. Guiado por esta intuición, Mas ofreció una solución intermedia: aceptar el pacto por ahora, pero dejar abierta la puerta a negociarlo al alza en el futuro.Las urgenciasCon un tono buscadamente constructivo, el presidente de CiU dijo que puede llegar a entender que la Generalitat acepte la propuesta del Gobierno porque, al fin y al cabo, la administración autonómica debe hacer frente a nóminas, subvenciones y proveedores. «Podemos entender que nos digan que en estas circunstancias (contexto de crisis) no han podido llegar más lejos, pero con la condición de no dar por bueno el cumplimiento del Estatut», ofreció Mas.El presidente de la Generalitat, José Montilla, contemplaba al jefe de la oposición con cierta indiferencia porque cree que el acuerdo logrado habla por sí solo: 2.150 millones extra en 2009; 2.500 en 2010; 3.100 en 2011 y 3.600 en 2011. Montilla, por supuesto, no estaba dispuesto a admitir que lo pactado incumple el Estatut y, de hecho, replicó que es un modelo «estatutario».El presidente de la Generalitat afrontó el debate con una estrategia muy clara: evitar un cuerpo a cuerpo con Mas para no caer en un riesgo innecesario. Montilla se aferró a su guión, calificó el acuerdo de éxito y deploró la actitud de CiU por no estar al lado de Cataluña cuando otros ejecutivos consiguen que avance su autogobierno. Es lo que denominó «falso patriotismo». El duelo con el PPDe lo que verdaderamente tenía ganas el presidente de la Generalitat es de triturar al PP. El portavoz parlamentario de los populares, Daniel Sirera, quiso darle la vuelta a las habitual etiqueta de «catalanofóbico» que se le asigna a su partido y tachó la nueva financiación de «anticatalana» porque, a su entender, supondrá «más déficit, más impuestos para los catalanes y más paro». «Con el sistema acordado, bajar los impuestos será una misión imposible», alertó Sirera.En su réplica, Montilla se ensañó con el diputado del PP, a quien acusó de «dejarse humillar ante Génova». Le culpó, además, de ser «cómplice» de las autonomías gobernadas por su partido que azuzan la «catalanofobia».
ERC, rumbo al conciertoNo son pocos los años que ha durado el proceso de negociación de la nueva financiación catalana. El tira y afloja entre Gobierno y Generalitat ha puesto en peligro, en muchas ocasiones, el final feliz de las conversaciones. De todas formas, parece ser que el presidente de ERC, Joan Puigcercós, aún no se da por satisfecho y advirtió ayer de que éste no es el final del camino. «Al tren de la financiación le quedan muchas estaciones por recorrer», aseguró. Quien avisa no es traidor y ayer Puigcercós dejó claras las intenciones de ERC: llegar al concierto económico o la independencia.
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