Ciudad del Cabo

Contacto con la naturaleza

Contacto con la naturaleza
Contacto con la naturalezalarazon

Dieciséis meses, veinte países, sesenta mil kilómetros, una furgoneta y África compusieron el viaje de mi vida. Fue allá por los años setenta. No en vano, de pequeña convertía a los exploradores en mis ídolos. Un buen día, de soleada tarde invernal en la Costa Brava, nos preguntamos con mi compañero, ¿por qué no cruzar el Sahara en coche?, ¿por qué no llegar al golfo de Guinea?, ¿por qué no? Y acabamos en Ciudad del Cabo un par de años después.Del desafiante desierto argelino a la olvidada costa de los esclavos en Ghana del norte animista camerunés a la inescrutable selva del Zaire de la fauna en libertad en Kenya a los hombres sojuzgados en la Sudáfrica del apartheid. No fue fácil (eso añadía atractivo) ni el arrancar ni el proseguir nuestro anhelo. Había que preparase y entusiasmar a muchos que iban a quedarse aquí.Pero lo conseguimos. Las llaves de una Sava nos las prestó el jefe de prensa de la marca, otro soñador. Era un vehículo de reparto que jamás se imaginó en tamaña aventura. Alegremente pintado de colorines exhibía también un gran mapa en blanco cuando partimos. Al regresar, en un barco gallego desde Walvis Bay hasta La Coruña, nuestro recorrido en cinta adhesiva zigzagueaba el continente y los mundos distintos que habíamos aprendido bullían en corazón y mente . Y bullen todavía. La expedición la bautizamos:Livingstone-2.