Lenguaje
«Cuestión neuronal» por Miguel Ángel Almodóvar
Considerado el asunto con frivolidad, mascar chicle puede parecer tarea sencilla, pero es evidente que tal actividad requiere de un reservorio neuronal que el que lo tiene, lo tiene; y el que no lo tiene no lo tiene, y no hay más vueltas que darle. Ahí está el caso, dicen las lenguas de doble filo, de Gerald Rudolph Ford, trigésimo octavo presidente de los Estados Unidos, que cuando intentaba compatibilizar esta tarea con cualquier otra, acababa rodando por las escalerillas del «Air Force 1». Dicho lo cual, si hay tejido neuronal suficiente como para resistir el envite, el marcar chicle al volante reduce el riesgo de tener un accidente automovilístico; minimiza los indeseables efectos olfativos de la halitosis y las muchas molestias de la sequedad bucal; además, después de una cirugía abdominal, mascar chicle cotidianamente acelera sensiblemente la recuperación de la función intestinal normal y reduce la estancia hospitalaria de los pacientes; y si, por último, se masca chicle a diario, se pueden perder unas treinta calorías diarias, que al mes son unas mil.
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