Teatro

Teatro

Depiladas

La Razón
La RazónLa Razón

Cejas depiladas. Parecen ornitorrincos. En el Círculo de Bellas Artes, la ministra de Cultura y guionista subvencionada, Ángeles González-Sinde, convocó «al mundo de la Cultura» –¡toma nísperos!– junto a Leire Pajín y Tomás Gómez para pedir sus votos en las elecciones europeas del próximo domingo. Pero los de la ceja no asistieron. No lo necesitan. Ya han cobrado de nuestro dinero. Esa realidad se hace aún más dolorosa cuando comenzamos a recorrer los meses de junio y julio, que son los meses del atraco impositivo. Los que trabajan, que no los millonarios y rentistas, tienen que pagar unos impuestos terroríficos que no consuelan. Consolarían si supieran y se les garantizara que ese dinero iría destinado a la sanidad, las obras públicas, la ayuda a los parados, la mejora de los servicios, las becas para estudiantes, y demás objetivos fundamentales para una sociedad. Pero una considerable cantidad de nuestro dinero terminará en los bolsillos de esa mediocridad gorrona que Leire Pajín denomina «el mundo de la Cultura». Con una receptora de subvenciones de ministra e Ignasi Guardans en su papel de cuidador de pesebres, el dinero está asegurado. Y esta gente de «la Cultura» sólo responde cuando su falta de renovación y talento vacía sus bolsillos, y no cuando se hallan abultados y triunfantes. De ahí, la escasa, por no decir inexistente, presencia del sindicato de la ceja en el acto electoral. Según leo en los periódicos, sólo Charo López se presentó, pero sentándose en la última fila y con muy escaso entusiasmo. Nunca he considerado a Charo López del grupo «Progre Visa Oro», y algún día le preguntaré el motivo de su asistencia a tan innecesario actito.
Para mí, que la ministra, la Pajín y Gómez harían muy bien en manifestarse heridos. Y harían mejor si castigasen a los ausentes con una multa de mil euros por desagradecidos. No es mucho comparado con lo que perciben, pero la disciplina es primordial si se pretende mantener compacto el batallón de chulos del dinero público. La disconformidad con esta gente fue la causa del cese del anterior ministro de Cultura, el poeta César Antonio Molina, buen ministro, buen gestor, notable intelectual y persona decente. Pero así están las cosas y el único instrumento de protesta que nos han dejado a los contribuyentes es el de la palabra, que se la lleva el viento con una fuerza y efectividad pasmosa.
Al paso que van estos del cine y del teatro –no me refiero a todos, claro está–, nada me extrañaría que terminaran viajando en los «Falcon» oficiales. La Reina, en un avión de línea de bajo coste pagando el agua mineral y el bocadillo de mortadela, y los de la ceja, en los «Falcon» para no mezclarse con gentuza que no pertenece a «la Cultura».
Sinde, Pajín y Gómez están obligados a reaccionar. No resulta admisible el desprecio de los suyos. Si la ausencia de los principales sindicalistas cejeros se debe a una falta momentánea de motivación, se les motiva y punto. Por ejemplo, y de nada por la idea. «A los asistentes distinguidos se les entregará a la entrada del Círculo de Bellas Artes un sobre con quinientos euros para compensar su desplazamiento».
Y el llenazo estaría asegurado. Cejas por doquier.