Literatura

París

Depresión la grieta en el alma

La Razón
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Esa visible oscuridad» es uno de los textos más crudos que jamás se han escrito sobre la depresión, esa tormenta que oscurece el alma y que casi termina con la vida de William Styron, el autor de «Las confesiones de Nat Turner» y «La decisión de Sophie», que escribió este sincero testimonio sobre la temporada que pasó en las cimas de la desesperación tras haber sido alcanzado por la «marea tóxica e inenarrable» de la depresión a finales de 1985. Fue ese año, en París, cuando aparecieron los síntomas. Styron acababa de cumplir sesenta y había viajado a Francia para recibir un premio y de pronto sintió que una grieta profunda se abría en su pecho: enseguida llegó la noche negra del alma, la tristeza desbordada y el aliento de la muerte. Después vendrían un intento de suicidio, un ingreso en un hospital y el regreso al mundo de la cordura.Otra manera de tormento«La depresión que me hundió no fue de tipo maníaco», aclara Styron en este libro que en un principio fue una conferencia sobre desórdenes afectivos. Su depresión, que describe como «una forma de tormento», no se caracterizó, como en el caso del «trastorno bipolar», por tener momentos de euforia, sino por días transcurridos en una espiral descendente que renacía en las noches de insomnio. Horacio Vázquez-Rial, traductor de esta nueva edición, señala en el epílogo que la publicación de «Esa visible oscuridad» en 1990 coincidió con otra obra similar: «Memorias del sótano», de Vittorio Gassman. Sin embargo, afirma Vázquez-Rial, la diferencia es notable. Mientras Gassman intenta hacer literatura, Styron compone un reportaje «de una precisión quirúrgica».Lo cierto es que en este auténtico cuaderno de bitácora de la soledad, William Styron –fallecido en 2006– revisa textos de psiquiatría, manuales de farmacología, rastrea la vida de artistas aquejados por la depresión y se apoya en la obra de autores como Albert Camus para dibujar un panorama amplio sobre su enfermedad y su curación: la confianza del médico en los antidepresivos, la psicoterapia, la hospitalización y el poder milagroso de la música y el arte. «Dolor en estado puro», dijo Lacan en referencia al discurso de la melancolía, un término que, según Styron, es más apropiado para designar a una enfermedad que también, «en su forma más extrema, es locura». La melancolía sería la palabra adecuada, dice Styron, «una palabra más apta y sugerente para las formas más funestas del trastorno».