Crítica de cine
Días de guerra y cromos
En los juegos de los muchachos no han vuelto a coincidir desde entonces los cromos de los futbolistas y los tebeos de la guerra. Recuerdo que en el estreno de «El día más largo» las colas del cine daban la vuelta a la esquina y que los muchachos esperábamos las imágenes del desembarco con la misma ansiedad con el que las niñas aguardaban para ver el rostro primerizo y asustado de su admirado Paul Anka, que hacía un pequeño papel de soldado casi lactante en aquella película en la que los actores tenían en realidad la misma edad que los personajes a los que interpretaban. Las «Hazañas Bélicas» de Boixcar fue lo primero que los chicos de mi generación supimos de la Europa real, entre otras razones porque en el mapa de la escuela todavía el régimen de Franco no había actualizado los cambios fronterizos producidos por la guerra y en el cuerpo diplomático supongo que había aún cierta resistencia ideológica a poner al día la estrategia, el protocolo y las banderas. Sabíamos menos de la Guerra Civil Española que de la II Guerra Mundial y no conocíamos un solo militar nacional que pudiese compararse en popularidad a George Patton, Bernard Montogmery, «Ike» Eisenhower, Hermann Göering o Erwin Rommel, como si el severo y raticida franquismo de la época quisiese castigar a sus enemigos con la derrota, y a sus fieles, con aquella aplastante discreción editorial que tanto se parecía al olvido, como si en cierto modo, todos, menos el dictador, hubiesen perdido aquella maldita guerra sin cromos. Era de Hollywood de donde nos llegaba la celuloide ráfaga de aire fresco que nos permitía ver narradas en el cine las campañas militares que los directores norteamericanos filmaban en escenarios auténticos en los que las ruinas eran de verdad e incluso los cadáveres reales resultaban casi tan fotogénicos como los miles de figurantes que pululaban por las playas de Normandía interpretando para la ficción momentos de dolor y de agallas que no hacía tanto habían protagonizado con fuego real. Europa es ahora más tranquila y más hermosa, aunque los productores de Hollywood piensen que en el diseño de una nueva película sobre el Desembarco de Normandía, la paz en realidad sólo nos habría servido para olvidar lo unidos que estábamos entonces y para encarecer los gastos de producción.
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