Belleza
Dorian Gray
Se nos dice, se nos recomienda, hasta se nos encarece que tengamos presentes en nuestra dieta los antioxidantes, fundamentales para la salud y para retrasar el envejecimiento. Es curioso que el oxígeno, tan necesario para vivir, también pudiera llegar a ser nuestro enemigo.
Al igual que este gas pone oscura una manzana después de ser pelada, a los humanos nos produce también un efecto nocivo, materializado en unas moléculas, los radicales libres, que se combaten con antioxidantes. A veces fracasan las vitaminas y los minerales, por su insuficiente absorción o por ser escasos en su cometido. Así estarían apareciendo los primeros síntomas de envejecimiento. Pero también tenemos en la mano un arma poderosa: evitar el tabaco, el estrés, el alcohol, el exceso de sol o de ejercicio.
Pero la cosa no queda ahí: ahora los antioxidantes tienen aplicaciones tópicas y los especialistas en medicina estética aseguran esculpir el rostro con estos elementos, devolviéndole su aspecto lozano, retensándolo y evitando las inexorables huellas de la edad y la flaccidez.
Se trata de microinyecciones que devuelven a la piel su luminosidad y su tersura. Si esto es así, que seguramente lo es, cada vez se irán quedando más atrás los liftings y las operaciones de estética, que, en ocasiones –las más–, dejan un gesto artificial y acorchado, que incluso envejece. Ahora, bien, otra cosa es la combinación de ambos tratamientos: pequeños retoques quirúrgicos, una correcta alimentación y estas novedosas técnicas de aplicación directa de antioxidantes. ¿Estaremos, al fin, ante el secreto de la eterna juventud? ¿Veremos cumplida la leyenda de Dorian Gray, sin la necesidad ni el engorro de vender el alma al diablo?
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