Castilla-La Mancha
Dos hombres de Bono para un mismo cargo
MADRID- Félix Sanz anda ya a medio camino entre el militar y el alto funcionario. Tras una dilatada carrera en el Ejército de Tierra y haber alcanzado la cúspide de la cúpula militar por designio de José Bono, deparó en Moncloa a la sombra de Zapatero, a quien durante el tiempo que estuvo de jefe de Estado Mayor de la Defensa supo ganarse. Tanto que el presidente creó un puesto para él en el palacio presidencial: alto representante en materia de Defensa para la Presidencia Española de la UE.
Con 64 años, Sanz, nacido en Uclés, provincia de Cuenca, recupera en el CNI el mando para los militares tras dos directores civiles. A él le tocó lidiar desde el Estado Mayor con las reformas que en las Fuerzas Armadas lideraba Bono, le tocó hacer encaje de bolillos en las misiones en el exterior para no exceder el límite de los 3.000 soldados y se empeñó en dar otra imagen de los ejércitos. Cuando estaba al frente de la cúpula militar, el general Sanz solía repetir que él dirigía una empresa única, tras lo que relataba la lista de «ramas» que tenía su empresa.
Sociable, abierto y mediático, su perfil responde más a estas alturas al de alguien que tiene que hacer política que al que tiene que llevar el puesto más discreto y silencioso de toda la Administración. Pero su fama de buen gestor y de cierta mano dura quizá sirva para poner en orden el espionaje español.
Alberto Saiz solía salir el último de los ágapes oficiales. Discreto, en una esquina, degustaba lentamente una cerveza y contaba lo poco que podía.Su aspecto y su forma de hablar casaban bien con los de un espía. Aspecto corriente, traje gris, meticuloso y poco hablador.
Pero cuando Bono se lo trajo de la Consejería de Industria de Castilla-La Mancha para dirigir el Centro Nacional de Inteligencia, nunca llegó a imaginar que su gestión acabaría entre acusaciones anónimas y una batalla interna a raíz de los múltiples cambios que él mismo hacía en la cúpula de la institución.
Como su sucesor, nació en Cuenca, aunque unos años más tarde, en 1953. Funcionario de carrera desde 1989, desempeñó el cargo de jefe de Servicio de Montes y fue director general de Medio Ambiente Natural de la Consejería de Agricultura y Medio Ambiente entre 1995 y 1999. Luego presidió la Junta Rectora del Parque Natural de las Lagunas de Ruidera y fue nombrado director general del Medio Natural.
Un hombre dedicado al campo que acabó en la institución más «oscura», respaldado por un Gobierno que a los dos meses le dio la espalda. Durante sus cinco años de dirección, y más allá de polémicas, el Centro ha llevado a cabo una notable labor, especialmente en materia antiterrorista. Sin esos espías y su buena coordinación con otros cuerpos, hoy no respiraríamos más tranquilos.
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