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Duro fajador

La Razón
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El pasado siglo, cuando había gran afición por el boxeo, y notables figuras, los carteles solían catalogar a determinados púgiles como finos estilistas. Sin embargo, a la mayoría del público le entusiasmaba, más que el artista, el duro fajador, el que era capaz de aguantar en pie recibiendo los golpes que fuera menester hasta encontrar el momento oportuno para noquear al contrario. En el fútbol hay jugadores a quienes se puede definir de idéntica manera. Ayer, como en otras tardes, el público madridista salió del Bernabéu con la satisfacción de comprobar las ventajas que tiene contar con un duro fajador, un futbolista capaz de rematar y dejar fuera de combate al adversario.

A Ruud van Nistelrooy hay que esperarle cada partido. Se le puede perdonar la ausencia de muchos minutos, a sabiendas de que si tiene su oportunidad no la malbaratará. Ayer lo hizo en el minuto dieciséis. Remató de cabeza, con poca oposición, por cierto, porque supo estar en el sitio idóneo. Para marcar goles hay que intuirlos. No basta con esperar al balón. Hay que imaginar por dónde va a llegar. El fútbol también vive de lo imprevisible y quienes como Van Nistelrooy saben adelantarse al contrario acaban siendo vencedores.

Jugó bien Osasuna y practicó fútbol del que gusta. Tuvo más posesión de la pelota muchos minutos y dejó sensación de equipo equilibrado. Dejó buena imagen. Representaba, eso sí, al fino estilista. El duro fajador estaba enfrente. El Madrid tiene la gran ventaja, sobre la casi totalidad de los equipos de Primera División, de que posee fuerte pegada. Hay partidos en los que le basta el ariete holandés y esta temporada se ha reencontrado con Raúl dentro del área y de ahí la gran cantidad de goles que marca.

Anoche, además, Sneijder. Este año no gana a la heroica. Decide el partido antes.