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El AVE destapa la amnesia selectiva de Zapatero

La Razón
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rotegido por una espesa cortina de humo mediática, bien atizada con el presupuesto público –o sea, de todos– de RENFE y de ADIF para ocultar la silenciosa pero notoria ausencia de las más altas dignidades de la nación, tal y como la ocasión requería si hubiera voluntad de consagrar ante la opinión pública, de verdad, la imagen de una tarea colectiva sin partidismos, el Sr. Rodríguez Zapatero acaba de inaugurar en solitario las nuevas líneas de Alta Velocidad a Valladolid y Málaga.

Cuentan las crónicas que, entre sarcásticos homenajes y seleccionadas compañías, el Sr. Rodríguez Zapatero sorprendió a los asistentes con un agradecimiento a «la aportación de los gobiernos del Sr. Aznar», que muchos analistas consideraron tan insólito como generoso. En Valladolid llegó a conceder que el Gobierno anterior ejecutó una tercera parte de las obras. Y, con toda naturalidad, reservó para su Gobierno, a modo de resumen, la apuesta por el ferrocarril –que es una decisión europea tomada hace 20 años– reflejada en los dos tercios de las obras que, según el Sr. Rodríguez Zapatero, se habían desarrollado bajo su presidencia.

No hay peor mentira que la media verdad, ni mayor falsedad que la negación cínica de los actos propios. Bajo estas premisas resulta sencillo juzgar las manifestaciones públicas del Sr. Rodríguez Zapatero sobre la Alta Velocidad en España: medias verdades y ocultación cuidadosa de sus propios hechos.

Por desgracia para España, los gobiernos socialistas del Sr. González pusieron en servicio 480 kms de alta velocidad entre Madrid y Sevilla, pero ni un kilómetro más. El PTF 1987-2000 ni siquiera contempló la tecnología europea de Alta Velocidad, y el PDI 1993-2007 dividió el territorio nacional entre Alta Velocidad y «velocidad alta», con dos colores para consagrar dos Españas ferroviarias, asignando a Valladolid y Málaga, en particular, dos líneas de «ancho RENFE» (Documento 1).

Estos dos primeros planes socialistas, responsables de diez años de retraso en la implantación de la Alta Velocidad en España, fueron aprobados en el Congreso de los Diputados con el voto favorable del diputado leonés Sr. Rodríguez Zapatero, mientras el Partido Popular defendía en la ponencia que tuve el honor de redactar, y que fue aprobada en el IX Congreso Nacional del año 1989, el ancho europeo y la red integral de alta velocidad en todo el territorio peninsular. ¿Cuándo se despertó el fervor actual del Sr. Rodríguez Zapatero por la Alta Velocidad ferroviaria? La memoria histórica demuestra que no tiene demasiada antigüedad.

Fue en 1996, con la llegada del Sr. Aznar a la Presidencia, cuando el Gobierno de España, primero, gestó la idea; después, asumió el compromiso de impulsar la Alta Velocidad en todo el territorio nacional; y, finalmente, lo plasmó en su Plan de Infraestructuras de Transporte, PIT 2000-2007, con horizonte de ejecución 2010, que sirvió de base para sus actuaciones en todas las comunidades autónomas (Documento 2).

Para evitar equívocos y confusiones, el Gobierno del Sr. Aznar también traspuso, por Real Decreto de 2000, la Directiva de la UE de Alta Velocidad de 1996, que definió los parámetros tecnológicos de trenes y las características geométricas del trazado de las líneas utilizadas en todos los proyectos de la red a construir. Y, además, por concurso, encargó 72 trenes completos de Alta Velocidad a TALGO y a Siemens para hacer realidad los servicios a prestar y dar a Europa el primer ejemplo de interoperabilidad sin barreras, con tres tecnologías –francesa, alemana y española– circulando por nuestra red ferroviaria. Ante alguno de ellos se suele fotografiar el Sr. Rodríguez Zapatero sin reconocer mérito alguno a sus promotores.¿ Pero cuántos nuevos trenes AVE encargó su Gobierno para contribuir a la lucha contra el cambio climático, sustituyendo aviones y coches, como alardeó en sus discursos? ¿Gracias a qué Gobierno tiene España el pedigrí ferroviario más europeísta, sin chovinismos pero sin descuidar la tecnología nacional?

En el caso concreto de las líneas de Valladolid y Málaga, todos los estudios informativos se redactaron entre 1998 y 1999, y todas las declaraciones de impacto ambiental se aprobaron en 2000. La totalidad de los proyectos constructivos finalizaron en 2001 y la totalidad de las obras –salvo el soterramiento de Valladolid, paralizado sine die por el gobierno del Sr. Rodríguez Zapatero– se licitaron e iniciaron en la legislatura 2000-2004.

Por si todo esto pareciera poco, el Sr. Zapatero sabe perfectamente que la licitación e inicio de una obra comporta la retención íntegra, por parte de la Intervención General del Estado, de la totalidad de su presupuesto de adjudicación durante todos los ejercicios anuales en que se haya programado realizarla, con lo que el esfuerzo inversor de las líneas de Alta Velocidad recién inauguradas lo han realizado también los gobiernos del Sr. Aznar, además de la consecución de los Fondos Europeos aportados por la Unión y su asignación a estas líneas de Alta Velocidad. Por eso, a mí me pareció miserable la limosna del 30% que «generosamente» concedió el Sr. Rodríguez Zapatero a quienes le precedieron, porque sabe que los gobiernos del Sr. Aznar realizaron la totalidad, es decir, el 100 % de:

–La planificación como líneas de Alta Velocidad.

–Los estudios informativos.

–Las declaraciones de impacto ambiental.

–Los proyectos.

–Licitaciones e inicio de las obras.

–Las dotaciones presupuestarias y la asignación de Fondos europeos.

–Las adquisiciones de nuevos trenes AVE.

–El diseño y la aplicación de la tecnología europea punta en materia de seguridad y señalización.

El Sr. Rodríguez Zapatero atribuyó a su Gobierno el mérito de haber terminado las obras. ¡Faltaría más que no lo hubiera hecho! ¿O es que acaso pensó en la posibilidad de enrollarlas como alfombras y llevarlas a otra parte? ¿O quizá se estaba atribuyendo el milagro de que su ministra del ramo no hubiera protagonizado en Valladolid y Málaga otra orgía destructora como la de Barcelona?

Líneas heredadas

Lo más grave de lo manifestado por el Sr. Zapatero es, precisamente, lo que no dijo. Ocultó intencionadamente que el Plan Estratégico de Infraestructuras de Transporte de su Gobierno, su PEIT 2005-2020, en el programa ferroviario vuelve a dejar sin alta velocidad, como el PDI 1993-2007 del Sr. González, a más de media España (ver página 95 de la edición oficial del PEIT; otra vez dos colores; otra vez dos Españas), sustituyendo todas las líneas de Alta Velocidad en proyecto, heredadas del gobierno del Sr. Aznar, por líneas de «altas prestaciones» para tráficos mixtos de viajeros y mercancías, sucedáneo basado en un eufemismo sin contenido técnico ni jurídico, inventado para maquillar la fechoría ferroviaria que está perpetrando contra los intereses nacionales, y que solo un nuevo gobierno salido de las urnas el próximo mes de marzo podrá impedir que culmine (Documento 3).

Por mucho dinero que derrochen en propaganda fraudulenta ADIF y RENFE, por muchas fotos que busque junto a los trenes AVE, por muchos homenajes que rinda en cada inauguración, el Sr. Zapatero ni tiene credibilidad ferroviaria para atribuirse dos tercios de nada, ni apuesta por el ferrocarril de Alta Velocidad, ni lucha contra el cambio climático, ni va a vertebrar España con su política de infraestructuras. Sus medias verdades y sus falsedades tienen el vuelo muy corto porque las hemerotecas, las bibliotecas y el BOE son testigos insobornables de la historia –la lejana y la cercana– ferroviaria española, para refrescar la memoria de quienes, como él, padezcan amnesia selectiva de su propia conducta, acentuada por los efectos del virus electoral que le aqueja. Por lo que valgan, éstas son mis opiniones y mis convicciones.

Francisco ÁLVAREZ-CASCOS- Ex ministro de Fomento