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El biquini catódico

Paula Vázquez. Presentadora de TV

El biquini catódico
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Paula llega tarde, deshecha en mil disculpas que no hacen falta y sin uno de sus biquinis porque tampoco es plan. Con coleta mañanera, vaqueros y gafas de sol, nada más entrar en la cafetería se dispone a engullir un colosal desayuno con la excusa de que esto es un tiro al plato... de comida. Claro que sí. Con lo cual y antes de continuar, ahí va el primer falso mito desterrado: Paula Vázquez está delgada porque tuvo la suerte de nacer así, pero zampa como una lima y no se corta un pelo, tanto, que enseguida olvidamos el motivo de nuestro encuentro y nos lanzamos a las viandas con la libreta y el boli como simple detalle ornamental de tamaño festín. Entre un bocado y otro, la presentadora nos cuenta la historia de cómo terminó diseñando biquinis, Bora Bora by Paula Vázquez, que así se llaman. Todo comenzó en uno de sus míticos viajes a las islas de los famosos en aquellos maravillosos años de supervivencia y súper Paula. Resulta que durante el vuelo perdieron sus maletas, así que, sin ropa y al borde del primer programa en directo ante millones de espectadores, decidió tirar de los biquinis de sus compañeras de equipo y, pareo aquí, bermudas allá, crearse un vestuario alternativo que conmocionó a medio país. Una vez confirmado su buen ojo como estilista, le llegó la oportunidad de tomárselo (aún más) en serio y hasta hoy. Así, lo que comenzó como una anécdota con final feliz se ha convertido en una de las colaboraciones más rentables e interesantes del panorama de la moda española. Paula nos habla de estampados marinos, de conjuntos fenomenales y de precios aptos para tiempos de crisis, pero al rato se desvía el tema y acabamos conversando sobre trucos de belleza y técnicas antienvejecimiento. Paula se ríe porque, dice, lleva tantos años trabajando -«comencé cuando llegaron las televisiones privadas, imagínate»-, que siempre la echan más de los 34 que luce así de estupenda. Cuenta también que su vocación desde que era una adolescente fue convertirse en presentadora de televisión. Ni modelo ni actriz (que también), qué va. Ella quería comerse la pequeña pantalla a diario con el pulso del directo. O, lo que es lo mismo, con la tensión que ha vivido estos días en la final de «Fama ¡A bailar!», donde ha comprobado que la lucha por la supervivencia va más allá de los cocoteros. Y lo que le queda. Antes de terminar el banquete, otro apunte para sus «fans»: no la busquen en lugares exóticos este verano porque no la encontrarán. Paula ya ha acumulado suficientes puntos de vuelo durante las últimas temporadas como para tomarse un respiro y, si se tercia, pegarse unas vacaciones en plan «road movie» a bordo de una furgoneta y sin más equipaje que una mochila al hombro. Repleta de biquinis, eso sí.