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El consumidor europeo empieza a tener voz y obtiene resultados

La Razón
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BRUSELAS- «El 70% de la legislación viene determinada desde Bruselas», repiten una y otra vez los distintos defensores del Parlamento Europeo y las otras instituciones comunitarias. El ciudadano europeo puede ser consciente de esta realidad en pocas facetas como en la del consumidor. A los caballeros andantes de la UE les sirve también para subrayar la utilidad de la UE ya no a través de intereses etéreos, sino de resultados concretos. Un enfoque valorado especialmente para resistir los embistes de los euroescépticos y apuntalar el camino del proyecto europeo.De todos los avances en la materia, uno de los que más orgullosa se siente tanto la Eurocámara como la Comisión Europea es el de la normativa para proteger a los pasajeros, tanto para cuando se desplazan en tren como en el momento de realizar su compra en internet. El pasado julio, la Cámara dio un pequeño paso desde el punto de vista legislativo (si se compara con su mastodóntica legislación sobre Cambio Climático) pero con un impacto práctico en millones de europeos. Los diputados terminaron con las vistosas ofertas de un euro de las web de las aerolíneas, obligándoles a incluir desde el inicio de la venta de billetes y en la publicidad el precio final de la compra, con todas las tasas y recargos. En el caso del transporte ferroviario, los diputados aprobaron otro reglamento en el que se incluyeron compensaciones por retraso, que serán de un 25% del precio del billete en el caso de una hora y la mitad del importe en el caso de dos horas o más. El Parlamento europeo pidió que estas compensaciones se aplicaran no sólo a los trayectos internacionales, como se incluía en la propuesta inicial, sino también a los nacionales. Sin embargo, los países tendrán hasta 15 años para aplicarlo dentro de sus fronteras.En el corazón de las políticasÉstas y otras medidas, como la reducción de las llamadas por móvil desde el extranjero hasta los 43 céntimos o el posicionamiento en contra de la venta de productos de bollería industrial en los colegios, han probado el intento por situar los derechos de los consumidores «en el corazón de las políticas europeas», como recuerda frecuentemente la responsable comunitaria en la materia, Meglena Kuneva.La comisaria búlgara pide paciencia también con la misma insistencia, porque a pesar de que se han conseguido logros en los últimos años, la protección de los consumidores en la legislación comunitaria era débil. La Asociación de Consumidores Europeos (BEUC) reconoce alguno de los logros. Sin embargo, ya ha redactado una lista de deberes a los eurodiputados que llegarán a la Eurocámara el 14 de julio, en materias como la energía, la salud, los servicios financieros o las acciones conjuntas. Piden que «se garantice a los consumidores el derecho a elegir entre que se les repare, sustituya o reembolse un artículo defectuoso», como recuerdan que ya se hace en muchos países. Igualmente, quieren que se ponga en marcha un mecanismo judicial que establezca la compensación colectiva a los consumidores perjudicados por un mismo responsable, algo que es posible en España pero no en otros muchos Estados miembros.Los consumidores han abierto el camino en la Europa del mercado común. Ahora queda que vengan los ciudadanos detrás en la Europa de la Unión.