Elche

El descuartizador: cuando matar no es suficiente

LA MUERTE NO siempre SACIA a los criminales más despiadados. A veces, necesitan despedazar a sus víctimas para quedarse «tranquilos». Es lo que ocurrió hace unos días en Elche, donde se encontró el cuerpo desmembrado de una mujer.

El descuartizador: cuando matar no es suficiente
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El descuartizador es un tipo específico de criminal. Es decir, que no se trata de un asesino que intenta deshacerse del cadáver, sino alquien que no se da por satisfecho hasta que arremete contra él. Es el caso de Mario G., de 49 años, que presuntamente apuñaló a su novia, Mari Paz, de 34, hace sólo unos días en Elche y luego, pacientemente, se dedicó a la tarea de desmembrarla. El pasado domingo, un grupo de personas que rebuscaban en la basura en el barrio ilicitano de El Pla encontró lo que parecía una extremidad humana en el interior de una bolsa de plástico. ¡Lo peligroso que es en estos tiempos buscar en los contenedores! Al principio nadie podía suponer que el cuerpo fuese de Mari Paz, la chica gitana que tan mala suerte tenía con los hombres. Había interpuesto tiempo atrás sendas denuncias contra dos parejas anteriores. Sin embargo, no había presentado ninguna contra este tipo extraño que merodeaba por los contenedores y cuya actitud puso en guardia a los agentes. Era capaz de vengarse incluso sin que la víctima le provocara . Él imagina un escarmiento para lavar su honor, algo que sólo existe en su mente.Mondo y lirondoUna vez interrogado, se descubrieron incoherencias en su discurso, así como el deseo subyacente de revelar algo impensable. Trasladado a la comisaría, se declaró autor de un horrible crimen. Mientras, los hombres que revisaban los desechos habían encontrados otros pedazos del puzzle humano. Entre ellos, un hueso mondo y lirondo, como si el criminal se hubiera dedicado a limpiarlo de carne por completo en una especie de juego macabro. Faltaba la cabeza y otras partes, pero el presunto autor no tuvo duda en identificar el contenedor en el que había depositado las piezas que completaban el cuerpo. Aunque estaba completo, parecía irreconocible: tal era el destrozo ocasionado.El detenido es un mozo de buena planta con la mirada perdida. En su declaración dijo haber perdido la cabeza, pero antes explicó que había matado a su compañera porque le humillaba, le pedía dinero y le menospreciaba. Demasiados cargos para una muerta. La mente febril del homicida fabrica una pantalla para ponerse a cubierto. Toda hecha de mentiras. Lo más probable es que surgiera una pelea entre enamorados que terminó con violencia.Algunos maltratadores no se detienen ni ante la frontera de la muerte: consideran el más allá como un lugar donde prolongar el maltrato. El abecé del maltratador es presentarse como víctima: en esta ocasión, dijo que ella se aprovechaba de él. Con eso pretendía explicar aquel despliegue de medios hasta trocear el cuerpo. El sitio de la muerte fue el quinto piso sin ascensor de ella, que había sido repasado a conciencia. Limpio y relimpio. Olía a desinfectante. Empleó un cuchillo enorme para destripar el cadáver y luego cortó grandes trozos de carne. Tal vez pretendía seguir una especie de ritual porque amputó dos dedos de una mano y los metió en la boca. Luego cortó la cabeza. Cuatro contenedoresLa tarea en la que se vio envuelto era absorbente. Cuando quiso darse cuenta tenía el cuerpo embalado en varias bolsas. A pesar de su supuesta minusvalía mental fue capaz de tirar los pedazos al contenedor sin que nadie lo advirtiese. Hizo más de un viaje a contenedores distintos, cuatro en total, en un barrio con vecinos curiosos. Nadie se apercibió de que estaba de entierro. Nervios de acero en guante de cabritilla.En su historial, la Policía encuentra que hace dos años intentó matar a otra de sus parejas. Precisamente apuñalada y quizá con una saña inconcebible. Todo eso forma parte de una manera de ser, puesto que nadie comete un crimen impecable la primera vez. A Mario lo encontraron en primera fila, cerca de los contenedores donde había distribuido los trozos de Mari Paz, para ser el primero en saber qué pasaba. Ya está aquí la solución: hasta 25 años de prisión por asesinato con ensañamiento. Es difícil que le salve su pretendido retraso mental en una jugada con un plan perfecto, excepto la imprevisión de los rebuscadores. ¿Quién podría prever que habría seres humanos intentando recuperar algo de lo que tiran otros?