Cantabria
El Ejército «conquista» El Sardinero
EL SARDINERO (SANTANDER)- Explosiones, saltos, vuelos rasantes, cañonazos desde el mar, helicópteros, vehículos surgiendo de las aguas, militares evacuados colgando de una cuerda… Quizá alguien eche de menos un desfile en el Día de las Fuerzas Armadas, pero esos no serán los 100.000 santanderinos que ayer se echaron a la calle para ver la exhibición aeronaval. Cien mil voces que exclamaban ante cada movimiento de los militares, 100.000 pares de manos ovacionaron a la Patrulla Águila y sus acrobacias. Y eso que estaban asistiendo a la toma de El Sardinero, su playa. Casi 1.00 militares de los tres ejércitos «asaltaron» uno de los emblemas de la ciudad, eso sí, con el insistente recordatorio de que la misión ficticia que estaban desarrollando era bajo resolución de las Naciones Unidas, para rescatar a tres cascos azules secuestrados por las fuerzas rebeldes de un país inexistente y restablecer la paz. El asalto anfibio, organizado por el jefe de Estado Mayor de la Armada, almirante Manuel Rebollo, y presidido por el jefe de Estado Mayor de la Defensa, general José Julio Rodríguez (la ministra estaba en Hoyo de Manzanares por la mañana «liberando» a los militares en cuarentena), comenzó con un movimiento de los tres buques que participaban en el ejercicio. Luego, el reconocimiento de la playa por helicópteros y, tras ellos, comenzaron a caer soldados: primero buceadores marcando el camino, apoyados por un bombardeo de la fragata «Almirante Juan de Borbón»; acto seguido caía el grupo de élite del Ejército del Aire, el escuadrón de Zapadores Paracaidistas, para fijar los objetivos de los cazas; mientras, varaban en la playa embarcaciones de todo tipo. La primera gran ovación, para los F-18 y los Harrier. Hasta ese momento el contingente sólo estaba asegurando la playa. Le tocaba el turno al mando de operaciones especiales (los boinas verdes) y sus «hermanos» de la Armada. Bajada desde el helicóptero por una cuerda, combate con los rebeldes y rescate de los cascos azules para regocijo especialmente de los niños, que no dudaron en aplaudir al ver caer a los «malos», eso sí, bajo resolución de la ONU. A lo largo de tres kilómetros de costa, los santanderinos disfrutaron durante una hora bajo un calor abrasador hasta el colofón final de la exhibición de la Patrulla Águila. La predisposición de los ciudadanos de la capital cántabra a esta celebración era ya patente días antes en los balcones de la ciudad, engalanados de banderas de España, y en las masas que se concentraban en cada acto que acogió la ciudad. Y tras la exhibición, el entusiasmo era lo más parecido al fenómeno «fan». Fotos con los militares, aplausos a cada uno que pasaba, compra masiva de mercadotecnia militar, y en cada esquina un comentario sobre la exhibición. Esta celebración sirve para honrar a nuestras Fuerzas Armadas y para acercarlas a la sociedad civil. Ayer, con la mayor espectacularidad, lo lograron con creces.
«Seve» jura banderaLos ciudadanos de Santander rindieron ayer un sentido homenaje a uno de sus grandes personajes, el golfista Severiano Ballesteros. La jura de bandera civil que presidió la ministra de Defensa por la tarde tuvo como protagonistas al presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, y al deportista. Acompañado por su hermano Baldomero, el golfista se acercó a la bandera de España, la besó y se retiró en medio de una sonora ovación.Por la mañana, durante la exhibición aeronaval, la anécdota la protagonizaron un vehículo anfibio que se quedó varado en la orilla sin poder participar en el ejercicio y un perro que se convirtió en un «enemigo» más de los militares en la arena. El can, lejos de impresionarse por el despliegue militar en El Sardinero, se coló entre dos blindados y varios francotiradores, paseó tranquilamente y cuando se aburrió dio media vuelta y se marchó.
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