«El embrujo de Madrid» por Patricia Navarro

Tiene la Feria de San Isidro una parte de misterio. Es una plaza con un embrujo especial, quizá porque en cada rincón esconde arrestos y dureza. Vivencias miles. Posee Las Ventas historia en cada esquina. En sus dependencias vivió el gran Antonio Chenel «Antoñete» recogiendo las colillas de las figuras que se batían el cobre en la feria de turno, para después, ya en paz el ruedo de fuego y los tendidos desiertos, fumarse las últimas caladas de los sueños. Superó la ensoñación el maestro y en su plaza engrandeció la gloria del toreo. Por allí, por ese ruedo color tierra, desfilarán este año un puñado de toreros. Aguardan ilusiones plenas. La entrega íntegra y sincera por cambiar el rumbo de sus carreras. Muchos se juegan el todo en Madrid. La feria este año cabalga gris. Por el altar donde años y años las figuras se disputaron el cetro, el escenario bélico del arte, transcurrirá este San Isidro de crisis una feria de medio gas y esfuerzo pleno. Apostarán a mil los toreros y ganaderos y se frotarán las manos los empresarios con un ciclo de bajo coste. Un desvelo para la historia. Habrá sorpresas, alguna como la de Urdiales no se ha hecho esperar, y el resto, si queremos ver los fuegos artificiales, léase Tomás, Cayetano... figuras, duelos, habrá que buscar más allá de la catedral del toreo.