Cantabria
El «halcón» de las finanzas
Es posible que ahora, dieciséis años después, Luis Bárcenas Gutiérrez recuerde los rebufos del «caso Naseiro», cuando su entonces buen amigo Arturo Moreno presentó su dimisión en una carta dirigida a Aznar: «Sólo aspiro, presidente, a vivir en un país donde el fin no justifique los medios y se presuma la inocencia antes de ser declarado culpable». Proféticas palabras que cerraban un negro episodio en tiempos de Manuel Fraga y que el nuevo líder de la derecha zanjó de plano. Por aquel tiempo, un perfecto desconocido pululaba ya en las filas del PP de la mano de Ángel Sanchís, el poderoso ex tesorero que fue encausado, y luego absuelto, en una trama de financiación irregular que jamás se llegó a demostrar. Es el nefasto destino de quienes manejan la caja, el dinero de los partidos. Naseiro, Filesa y, en este momento Bárcenas, ponen nombre y apellido a unas tramas desveladas por la Prensa, manejadas en la oscuridad y sentenciadas en los Tribunales. La salida del actual tesorero del PP estaba cantada, y sólo el carácter de un hombre como Mariano Rajoy, su estilo taoísta, aguardar a que la lluvia desgaste la roca, albergaba la fecha. El propio Luis lo sabía, a pesar de su bravuconada dialéctica ante el Tribunal Supremo. Esa misma noche, en una cena con su mujer, sus dos hijos y algunos amigos íntimos, recordó la frase de Séneca: «Soy consciente del golpe, pero estoy preparado de antemano».Nacido en Huelva, a punto de cumplir este mes de agosto cincuenta y tres años, la vida de Luis Bárcenas es la de un triunfador que siempre se manejó muy bien en el mundo de las finanzas. Con astucia de lince y garras de halcón logró un patrimonio suculento, que él siempre atribuyó a su iniciativa privada y nunca a su puesto en el partido. Magnífico relaciones públicas, trabó estrecha relación con Javier Arenas, Ana Mato, Jesús Sepúlveda y, sobre todo, con Álvaro Puerta, quien le entregó las llaves de la caja y le hizo su «delfín». Licenciado en Ciencias Empresariales por la Universidad Pontificia de Comillas y senador por Cantabria, una de sus pasiones es pasear por La Magdalena, la playa santanderina donde solía hacer «footing», incluso en invierno. Su verdadera carrera de fondo acaba de comenzar.
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