Bruselas
El hombre que no calla
Pone rumbo a Bruselas con demasiados elementos adversos para la victoria//La política nacional juega en contra del PSOE
Madrid- Viernes, 22 de mayo. Casa de América. El PSOE celebra su último acto de precampaña. No es un mitin, ni hay atril para oradores. Se representa un extracto de una obra de teatro. Termina y en el escenario en forma de media luna, cuatro sillas. De izquierda a derecha, Tomás Gómez, Leire Pajín, Juan Fernando López Aguilar y Bibiana Aído. El candidato a las elecciones europeas del PSOE es el último en hablar. Pero mientras escucha a sus compañeros está inquieto, parece impaciente ante la llegada de su turno y no para de mover los labios. Y es que este hombre que un día fue ministro de Justicia, otro candidato del PSOE a las elecciones Canarias y ahora pone rumbo a Bruselas, habla hasta cuando calla. Fuente inagotable de «palabros», el cabeza de lista de los socialistas es inquieto, extremadamente delgado y casi tan negro como Obama. El sol es una de sus pasiones. Puede estar horas «vuelta y vuelta» en las playas de Canarias. Tanto como el sol le gusta la palabra. En diez segundos es capaz de encadenar hasta tres subordinadas. Es perfeccionista hasta el extremo y tiene una habilidad para la retórica que escasea en el Parlamento, donde aún sigue siendo diputado por Las Palmas. Sólo su incombustible capacidad de trabajo (apenas duerme seis horas) le ha permitido llegar donde ha llegado. Nunca descansa, salvo para tocar la guitarra, hacer caricaturas mientras asiste a una reunión o cantar algo de rock and roll cuando está rodeado de amigos. Acaba de ser padre de gemelos Javier e Isabel, que aún no saben que su padre habla la misma velocidad que piensa, anda o dibuja... Juan Fernando López Aguilar se enfrenta estos días a una de las campañas más difíciles del PSOE actual. El entusiasmo de los ciudadanos por la cita europea es manifiestamente mejorable. Y por más que él se esfuerza en invocar la trascendencia de Europa y la importancia de las decisiones que allí se toman, no hay quien le ahorre la bronca política nacional, que pesará como una losa en el resultado del 7-J. La batalla a la que se enfrenta con Jaime Mayor Oreja se libra en el terreno español, no en el de Estrasburgo o Bruselas. Y así está diseñada su campaña, en la que no perderá ocasión para igualar a la derecha con un retroceso en los derechos y las libertades; con los principios y valores que llevaron a la economía a la deriva; con la doble moral; con lo más «rancio y radical» de la derecha europea... Detrás de todo ello no está Europa, ni su Comisión, ni los escaños en juego. Más bien una estrategia llevada al extremo para evitar que la lectura de los resultados se plantee en términos de moción de confianza al Gobierno; un castigo por la gestión de la crisis económica; una reprobación a un Ejecutivo que suma cuatro millones de parados, y un nuevo varapalo a un PSOE con serias dificultades para tejer la más mínima alianza parlamentaria. Los españoles decidirán el 7-J, sin saberlo, el rumbo y los plazos que Zapatero pueda imponer el resto de la Legislatura. Una derrota contundente puede llevar a un adelanto electoral, dicen algunos, aunque la presidencia española de la UE en 2010 no lo aconseje. Una victoria se traducirá, en cambio, como un aval a la gestión del Gobierno. Hace un par de semanas que en el PSOE el pesimismo que les insuflaron distintas encuestas ha tornado en esperanza. Salvar los muebles, ésa es la consigna, tras reconocer las dificultades para la victoria, por más que se intente decir que la prueba de verdad no es para el Gobierno, sino para un Rajoy cuyo liderazgo no está consolidado. «Juan», como le gusta que le llamen y casi nadie le llama, está dispuesto a voltear el resultado que pronostican las adversas encuestas. Lo hizo cuando fue candidato en Canarias y está convencido de que puede hacerlo. Fuelle no le falta a este «zurdo» de nervio inagotable que duerme seis horas como mucho y es perfeccionista hasta el extremo.
Los seis años del candidatoDesde pequeño, como aparece en la fotografía de la izquierda con seis años, ya sentía una rebelión innata ante la injusticia. Por eso la política para él es un acto de servicio que vive cada día con una profunda naturaleza izquierdista que justifica con un reparto equitativo de la justicia, la igualdad y las oportundidades.
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