Alimentación
El nutritivo tropel por Miguel Ángel Almodóvar
La llegada a nuestros mercados de la frutas tropicales se ha producido en los últimos años y en auténtico tropel. Salvo el mango y la piña, con las que nos fuimos familiarizando poco a poco, las demás entraron cual batallón. La carambola, que más que como fruta, se usa casi siempre para decorar los rebordes de los platos con su sección en estrella; el rambutan, que es más adorno, aunque denostado por el detective Carvallo; la papaya, dulce sabrosona y con un toque picante en referencia a la cosa genitorurinaria de la hembra humana; la pitahaya o la guayaba, por cerrar el cuento en alguna parte, y, ante la prolija diversidad, delimitar lo que nutricionalmente les une. Todas son ricas en agua, hidratante y elemento interesante especialmente en verano; en fibra soluble, interesante para combatir los riesgos derivados del colesterol; la provitamina A, esencial en el crecimiento y en la reparación de los tejidos; y vitamina, C que refuerza el sistema inmunitario general y nos hace mucho más resistentes a las agresiones medioambientales.
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