Israel

El Papa en el Sepulcro: «El mal nunca tiene la última palabra»

En un encuentro ecuménico con ortodoxos, el Pontífice pidió «redoblar el esfuerzo» para lograr la comunión.

El Papa en el Sepulcro: «El mal nunca tiene la última palabra»
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MADRID- El Papa Benedicto XVI ya está de vuelta en el Vaticano tras una peregrinación calificada por muchos de «histórica». Pero antes de abandonar Tierra Santa quiso insistir en su deseo de que los dos estados, el israelí y el palestino, «sean una realidad, no un sueño», así como prometer su amistad incondicional a ambas religiones. «He venido aquí como amigo de los israelíes, al igual que soy amigo del pueblo palestino. Ningún amigo vuestro puede dejar de llorar por el sufrimiento y las pérdidas de vidas que vuestros dos pueblos han padecido en las últimas seis décadas», confesó el Pontífice en su discurso en el aeropuerto de Tel Aviv al presidente de Israel, Simon Peres. «No más derramamiento de sangre. Rompamos el círculo de la violencia», imploró Benedicto XVI a los habitantes de esas tierras.La solución a las continuas tensiones entre israelíes y palestinos reside, según el Santo Padre, en que «se reconozca universalmente el derecho» del pueblo israelí así como el del palestino a «una patria independiente, a vivir con dignidad y desplazarse con libertad». De esta manera, la paz que se difunda en esta tierra será «luz de las naciones para llevar esperanza a tantas regiones afectadas por conflictos», exclamó.Por otro lado, Benedicto XVI recordó como «uno de los momentos mas solemnes» del viaje, su visita al Memorial Yad Vashem, donde se conmemora a las víctimas del Holocausto, y volvió a condenar «el brutal exterminio de tantos judíos por un régimen sin Dios. Ese tremendo capítulo de la historia no debe olvidarse ni negarse jamás». Si este fue el momento más especial de la visita, el Papa confesó que «una de las cosas más tristes» que ha visto ha sido el muro de Belén» y contó que mientras pasaba por su lado, rezó por un futuro de paz en Tierra Santa.Horas antes visitaba el Santo Sepulcro, desde donde dijo querer dejar un mensaje de esperanza al final de su estancia en Israel. Tras ser recibido por representantes de la Iglesia ortodoxa y la armenia, el Pontífice besó la piedra en la que se cree que el cuerpo de Cristo fue embalsamado antes de su enterramiento, y rezó durante unos minutos ante la tumba vacía de la resurrección, la cual recuerda que «Cristo murió y resucitó para no morir nunca jamás. Aquí Cristo nos enseñó que el mal no tiene nunca la última palabra, que el futuro de la humanidad está en manos de un Dios generoso y fiel», sentenció.Además, mantuvo un encuentro ecuménico con el patriarcado greco-ortodoxo de Jerusalén,en el que dijo ante el patriarca ortodoxo Teófilo III que a la hora de transmitir el mensaje zde reconciliación de Cristo los cristianos experimentamos «la verguenza de nuestra división», por lo que «debemos redoblar nuestro esfuerzo para perfeccionar nuestra comunión».