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El partido 1000 del Real Madrid en la ACB

La Razón
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El Real Madrid celebró el sá- bado su partido número 1.000 en la ACB con una victoria muy trabajada en la cancha del DKV. Tan sólo en el último minuto y gracias a un triple de Raúl López pudo pensar en una celebración redonda.

Recordar ese primer partido del Real Madrid en la ACB, ante el Arabatxo Baskonia, es mucho más que ponerle una cifra. Hasta que no he visto una foto de archivo de ese equipo no era consciente de que yo estaba ahí. ¡Qué frágil es la memoria! ¡Cómo se escapan los recuerdos! Y luego, cuando se deciden a volver, vuelven todos a la vez. Recuerdo ese día y recuerdo los nervios. Siendo júnior, la llamada del Sr. Amescua, delegado del primer equipo, me comunicaba que Lolo Sainz me convocaba para el partido. Recuerdo la llamada a mis padres para contar la noticia desde una cabina de la plaza del Perú. Sabía que sólo iba a hacer la rueda de calentamiento y que salvo que expulsasen a todo el equipo no iba a jugar y, aun así, probablemente tampoco, pero estar allí con Corbalán, Iturriaga, Martín, Rullán, Romay, Robinson, Jackson o Biriukov era como un sueño. Además, entraba a formar parte de la historia de una Liga que entonces nacía.

El baloncesto era muy distinto al actual. Había menos físico y más talento en el juego. Era menos profesional y mediático. No teníamos ni fisioterapeuta. Corbalán era el encargado de los vendajes en los tobillos. Pocos podían pensar en vivir profesionalmente del baloncesto y eso hacía que los jugadores jóvenes viéramos nuestro futuro ligado a estudios universitarios, más que únicamente al deporte.

Había mucha ilusión en nuestras miradas. Soñábamos con una Liga extraña llamada NBA de la que llegaban noticias con cuentagotas y en la que veíamos jugadores que parecían de otro planeta. Entonces no podía pensar, ni por asomo, que 24 años después miraría hacia atrás y vería mi vida completamente ligada al baloncesto.

La Liga, los clubes, los jugadores y los medios han cambiado, pero lo que seguro que no lo ha hecho son las ilusiones de los chicos que comienzan a jugar y ven a sus ídolos cada fin de semana. Mientras ese brillo no se apague, nuestro baloncesto seguirá creciendo.