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Ethan Hawke: «El teatro me da paz en esta época de explosión tecnológica»

«El teatro me da paz en esta época de explosión tecnológica»
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The Bridge Project, un «transatlántico» teatral de gran calado, hace escala en el Teatro Español con «El jardín de los cerezos» («The Cherry Orchard»), de Chéjov, del 18 al 22 de abril, y «Cuento de invierno» («Winter's Tale»), de Shakespeare, del 25 al 29. Los nombres lo dicen todo: Sam Mendes dirige ambas funciones, Tom Stoppard firma las versiones, y Simon Rusell Beale, Ethan Hawke y Rebecca Hall encabezan un reparto de primera. Hawke, protagonista con su Trofímov del texto de Chéjov, y presente también en el reparto del Shakeaspere, habló con LA RAZÓN desde EE UU.-Le hemos visto en muchas películas, pero nunca había actuado en España. ¿Qué podemos esperar?-Este proyecto me llena de alegría, es como un viaje en el tiempo. Son dos obras a la vez y me he sentido parte de una de aquellas compañías ambulantes: llegamos a una ciudad, actuamos, partimos, vamos a otra plaza... Poder crear dos personajes simultáneamente con dos de las mentes más brillantes del teatro es emocionante.-¿Le proporciona este proyecto algo que no encuentre en el cine?-Bueno, no puedo pasar mi vida en un plató. Pero, sobre todo, es una forma viva de arte, estás en contacto con tu público, y eso es emocionante. Los conciertos de rock y el teatro son lo único que sigue convocando a la gente. Hoy el público ve las películas solo, en el DVD o en el ordenador. El teatro es algo único que emite una energía especial.-Pongamos que es un revolucionario como Trofímov, su personaje, ¿qué le gustaría cambiar?-Los objetivos no serían muy diferentes a los de hace cien años: igualdad para las personas. Que no haya niños en peligro, que todo el mundo reciba una buena educación, que seamos responsables con el mundo...-En ese sentido, ¿es más útil el teatro o el cine?-El gran poder del cine es su capacidad para llegar a todo el planeta de una forma increíble y sin precedentes. Tiene algo nostálgico: trata de capturar el momento, de celebrarlo, y hacer de él un fetiche. Pero el teatro es inmediato, no intenta atrapar el momento sino vivir en él.-Da la sensación de que es algo nostálgico en su concepción del cine...-Me gusta vivir en el presente. Pero según se produce la explosión tecnológica, y otras formas de arte avanzan, yo encuentro una especie de paz en una forma más antiguas como el teatro.-¿Puede toda esta suma de nombres, Sam Mendes, Tom Stoppard, Kevin Spacey, Rebecca Hall, usted mismo, convertirse en una carga?-Sin duda. Se supone que vamos a hacer la mejor producción de «The Cherry Orchard». Y eso no es divertido. Desde que era un joven actor que leía libros de Stanislavski, he oído cosas sobre cómo adentrarse en Chéjov. Trabajar en «The Cherry Orchard» durante nueve meses es una forma maravillosa de lograrlo. ¿Expectativas enormes? Desde luego. Tratamos de hacerlo lo mejor que sabemos. -Ha saltado de películas comerciales a independientes, de cine a teatro... ¿Qué papel juegan Chéjov y Shakespeare en su carrera?-Los veo como pilares de construcción. ¡Son sencillamente los más grandes! Si has interpretado un personaje de Shakespeare o de Chéjov, cuando vas a rodar un papel normal en una película todo te parece más fácil. Además, puedes aplicar lo que has aprendido. Si ves «Día de entrenamiento», hay un motivo por el que Denzel Washington está tan bien: ¡ha hecho montones de Shakespeares antes! Es algo que saben muchos de los grandes actores famosos. Y sólo hay un modo de aprender: hacerlo.-Es un caso curioso de actor: nunca ha cultivado su imagen de joven atractivo...-Con el tiempo es esa imagen la que te abandona (risas).-Pero también antes prefirió proyectos interesantes, aunque no fueran muy comerciales..-Siempre me puso nervioso el éxito. Quizá porque fui bendecido con suficiente inteligencia para saber que es algo breve. Siempre fui precavido ante el éxito fácil y rápido. No es que no quisiera triunfar: quería hacerlo de otra forma. Espero hacer cosas interesantes a los 60 años. Ésa es mi intención a largo plazo.