Sucesos
El trabajo del invierno clave para la extinción en verano
Cortafuegos, puntos de agua o retirada de la vegetación. Lo que se hace en invierno reduce el riesgo en verano.
Madrid- «Atención centro de coordinación, veo humo en coordenadas a 30 grados de mi puesto». Esta voz de alarma del vigilante forestal es la más temida del verano y, desgraciadamente, la más repetida desde hace dos semanas. Los incendios forestales no son sólo una catástrofe ecológica y humana, sino que prueban que todavía hay mucho por avanzar en los preparativos para no llegar a ellos. La importancia de la prevención la ejemplariza la manida frase que dice que el fuego del invierno se apaga en verano. El mensaje lo tienen que interiorizar cada una de las 17 administraciones y apostar por ello. Extinguir un incendio cuesta mucho dinero, la cuestión es si merece la pena invertir en evitarlo. ¿Se puede impedir el fuego? Los bomberos opinan que sí: «La prevención es la herramienta más potente para controlar incendios. Tanto la práctica, como la educativa. Las campañas se notan», dice Matías Monedo, responsable jefe de un puesto de incendio forestal (PIF) en la Comunidad de Madrid y con amplia experiencia en incendios forestales en sus 21 años en el Cuerpo.Las multas también tienen su efecto positivo en las conductas. Desde el incendio de Guadalajara está prohibido hacer barbacoas en el monte y desde hace unos años la DGT amenaza con quitar cuatro puntos del carné de conducir si tiramos colillas desde el coche. Todo cuenta. Aún así, el 90 por ciento de los incendios son provocados, dicen los bomberos. Los naturales, los menos, «son más nobles», dice Monedo, y se pueden controlar antes.Autonomías como Madrid apuestan por trabajar todo el año en apagar los fuegos del estío. Los contratos temporales de muchos retenes –jóvenes que para acceder al empleo tienen que demostrar unas capacidades físicas concretas– se renuevan en invierno para que se dediquen en cuerpo y alma a la prevención del fuego. Del 30 de junio al 1 de abril hay mucho que hacer para preparar el monte. Cuatrocientas personas trabajan en invierno en la Comunidad de Madrid para crear cortafuegos, nuevos puntos de agua o eliminar vegetación de zonas sensibles. Más allá de esto también se puede hacer tratamiento de las masas forestales: cortar, podar, desbrozar, todo en función del presupuesto.Y si el fuego finalmente llega, la labor que se ha hecho en invierno tiene su efecto y «es la base del éxito de la extinción», reconoce Miguel Ángel Beltrán, jefe del Servicio de Incendios Forestales de la Comunidad de Madrid.Otro de los secretos es no esperar al fuego, sino «ir de avanzadillas», como dice Monedo. Bomberos y retenes, organizados en equipos, se atrincheran cada día del verano en las zonas más conflictivas o de mayor valor ecológico del monte. Llegados al fuego, «dar una respuesta inmediata es esencial», concluye.
El riesgo de la arbitrariedadLas labores de extinción de un incendio forestal son de «máximo riesgo» para bomberos y retenes, que se enfrentan a la arbitrariedad del viento, a accidentes por el monte o a la intoxicación por humo, porque suelen ir desprovistos de equipos de respiración autónoma «ya que pueden llegar a pesar 25 kilos», cuenta Julio, bombero de un puesto de incendio forestal. «Ante un fuego hay que tomar decisiones continuamente. Triunfa el que menos se equivoca», sentencia Matías Monedo.
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