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Atlético de Madrid

El Villarreal desaparece

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Quería la pelota el Villarreal y bastó que se la quitara el Arsenal en el primer cuarto de hora para que la eliminatoria se escapara. Porque los ingleses no se esconden cuando llega el balón. Y con él se fueron a buscar al equipo amarillo. Con el balón y con sus armas de siempre, Cesc y Adebayor, a los que se unió la velocidad de Walcott. El joven extremo inglés le echó una carrera a Godín y salió ganando. En realidad el uruguayo se quedó enredado entre sus propias piernas y no pudo seguir a Walcott, que se quedó solo delante de Diego López y resolvió con una vaselina.Pero el origen de la maldad estaba en el taconazo de Cesc, que, en lugar de recibir de espaldas y revolverse para seguir jugando, dejó correr la pelota. Godín no la esperaba, pero Walcott sí y la herida ya estaba abierta a los diez minutos de partido.Pellegrini había dejado solo a Rossi en la delantera para que lo acompañaran tres «jugones» por detrás, Cani, Pires y Matías Fernández. Es extraña la fe que le tiene el chileno a su compatriota. Pero es, y además está creciendo en la parte decisiva de la temporada. Y por eso Ibagaza miraba desde el banquillo. Con ellos tres recuperó la pelota el Villarreal, forzado por la necesidad y porque al Arsenal no le importaba cederle el terreno. Cuantas más camisetas amarillas hubiera en su campo, más espacio tenían los futbolistas de Wenger para aprovecharlo al contraataque. Pero le costaba encontrar las ocasiones. Al menos, tanto como al Villarreal, que poco a poco iba asumiendo el mando del partido, aunque la claridad en el toque se acababa cuando se aproximaba al área. Tampoco tenía demasiados recursos para el remate con Rossi como único delantero. Sólo uno y bajito. Impotente sin la compañía de Llorente.Adebayor, en la otra punta del campo, era la versión contraria. Es uno, pero parecen muchos. Sus compañeros saben que para mantener la pelota basta con lanzársela a él. Adebayor la aguanta y espera a que lleguen sus compañeros. Es uno, pero no deja que actúe la pelota hasta que son muchos.Es sencillo. Y más cuando sus compañeros llegan con él desde el principio y no tiene que esperarlos, cuando su única labor es recibir y marcar. Como en el segundo gol. Van Persie lo vio, pero Gonzalo, no. El togolés recibió dentro del área, controló y la metió con el exterior en la esquina que no tapaba Diego López en su salida.No era el día ayer de los dos centrales del Villarreal. Fallaron en los dos goles. Y entre medias, también. Fueron un juguete para Adebayor y los tres que lo acompañaban por detrás, Walcott, Van Persie y Nasri.Lo intentó arreglar Pellegrini suprimiendo a un medio centro. Lo único que quedaba por defender era la tragedia. Tan hija de la imprudencia como la épica. El técnico del Villarreal confió la hazaña a Nihat y a Ibagaza, que sustituyó a Matías Fernández. Quedaba casi media hora, pero no pasó mucho tiempo antes de que se hiciera demasiado tarde. Godín confundió al linier porque le quitó una pelota con limpieza a Walcott, pero el asistente vio penalti. Las protestas sólo sirvieron para que Eguren viera la segunda amarilla y dejara a su equipo derrotado e indefenso. Porque la pierna izquierda de Van Persie no hizo juicios morales sobre la decisión del árbitro. No era penalti, pero él lo metió.Por delante, el Villarreal tenía veinte minutos para el sufrimiento. Aunque Nihat e Ibagaza vieron en ese tiempo una oportunidad para divertirse. Con todo perdido, no había motivos para no arriesgar. Pero los tiempos del recreo los marcaba el Arsenal. La pelota era suya y no quería dejársela a nadie. Y si a Cesc le apetecía hacer una chilena, la hacía. Aunque acabara mal. Los homenajes los reservaba Wenger para sus jugadores y por eso sustituyó a Walcott y Van Persie. Y después, a Adebayor con la satisfacción del deber cumplido.No le quedan excusas al Villarreal. Tenía en la memoria la derrota de hace tres temporadas y el penalti que Lehmann le detuvo a Riquelme. Esta vez no hay nada a lo que agarrarse. El Arsenal deja jugar. Y mucho. Pero juega más. Y todavía Wenger tiene pendiente la Copa de Europa. El único título que haría que dejaran de acusarlo de blando. Pero jugando así, ¿para qué ser más duro?