Galicia
Esperanza Aguirre utiliza una herradura contra el «mal de ojo»
No es que la presidenta sea supersticiosa –lo prohíben sus convicciones religiosas–, pero «por si acaso». Con la política revuelta, mejor prevenir. Esperanza Aguirre lo sabe, de ahí su querencia, aprecio y confianza en esa herradura en oro blanco y diamantes que acostumbra a utilizar como broche para rematar escotes o, si el modelo no lo exige, animándole alguna solapa. Lo cierto es que no se despega de esta especie de talismán, vade retro: -Me lo regalaron mis ocho hermanos tras el accidente de helicóptero y le tengo especial cariño, pero no lo llevé a la India .-¿Para prevenir lo que en Galicia llamamos «meigallo»?-No creo en esas cosas, pero resulta útil porque por su sencillez va con todo.Esperanza hacía estas apreciaciones ante la que Madrid ha rebautizado como «la menos». Si Nati Abascal es «la más» del estilazo acrecentado con una edad que no aparenta, la rubia plastificada merece el farolillo rojo. Beatriz de Orléans se quejaba esa tarde –cuando la Leibovitz inauguró su antológica en la Consejería de Cultura– ante su íntima, la princesa Teñu de Hohenlohe, que acudió camarita en mano igual que Javier Cámara.«Es que la rubia no se me despega; ¿has visto qué habilidad para ponerse a mi lado para la foto?», acusó, y todos testificaban abundando en los comentarios muy críticos con su última aparición televisiva en La Primera. Hizo ostentación de rica –nueva rica, claro, aupada en esta Corte de los Milagros que Valle-Inclán entendió como ningún otro– diciendo que «los de nuestra posición no acusamos la crisis». Habló de «los pobres» como si fuesen una raza menor que mantener al margen. Vulgar y mediocre, se hace acreedora de censuras descalificadoras igual, o más, que su afán de no perder fiesta, sarao o cita. En eso también andan los habituales a las tertulias del «cuore», que, especialmente en Telecinco, han cogido la manía –¿o sólo será el montaje presuntamente estimulador de audiencias estupefactas?– de aparentar enfado y salir pitando del plató dejando colgado el programa. Lo han hecho desde Karmele Marchante, experta en pataletas, hasta Yola Berrocal, además de Sonia Monroy y otros especímenes similares. Al principio asustaban con su ‘‘espantá'', pero ya es como lo de «que viene el lobo». Queda claro su objetivo de escandalizar para aumentar expectativas. Un truco de lo más burdo a fuerza de prodigarlo vía «pinganillo». La cara de Jorge Javier Vázquez se ha endurecido a fuerza de padecerlo. Pero vayamos con la moda que está al caer. Pese a la crisis, hoy abre sus puertas Moda Cálida. Los desfiles al sur de Gran Canaria, en el ya nada desierto de Maspalomas, se presentan mermados en cuanto al impacto de quienes desfilan. Tan sólo Ariadne Artiles –no cesa de comentarse su último reportaje retocadísimo de «¡Hola!»–, Jon Kortajarena, Madelaine y alguna otra más o menos conocida, nada que ver con alardes anteriores como Bar Refaeli. Abandonan el escenario natural, espléndido y único del Faro de Maspalomas para encerrarlo en Expomeloneras, una especie de palacio ferial sin demasiada personalidad. Siempre les aconsejé centrarse en la moda playera, y en eso están nombres como La Perla, Guillermina Baeza, Dolores Cortés, Gotex o Totom Comella, amén de veinte diseñadores locales. Lo de Ibiza se ha trasladado del 4 al 25 de julio, salvo nuevos cambios. Un poco tarde para promocionar moda estival.
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