Estados Unidos
Garoñicidio No por Ramón Tamames
Se está debatiendo si la central nuclear de Garoña debe ser cerrada de inmediato, o si por el contrario cabe darle una prórroga en su vida técnica, siempre que el Consejo de Seguridad Nuclear así lo considere.La cuestión, desgraciadamente, no es simplemente técnica. Para empezar el presidente del Ejecutivo dijo hace bastante tiempo que «yo soy el más antinuclear de todo el Gobierno». Otra contundente máxima del «ZPnomics», que está revolucionando la ciencia económica. O si se quiere, una nueva parida del Señor presidente, por mucho que sea tan partidario del aborto hasta los 24 meses o más. Claro es que el señor Caldera, ex–ministro de Trabajo y vicepresidente ejecutivo de la «Fundación Ideas», un pretendido tanque de talento (¿!), quiere cerrar todas las centrales atómicas ya; sin tener ni idea de lo que es un balance energético. Se dice que si la central nuclear de Santa María de Garoña cerrara, habría que subir la tarifa eléctrica general un 10 por 100 sobre el nivel presente. Pero eso no es lo más grave: lo más indignante es que cuando contamos con luminarias de la física atómica en España como los profesores Manuel Lozano Leyva y Juan José Gómez Cadenas, ambos pro-nucleares por convicción científica, todavía tengamos que oír tanta paparrucha monclovita anti-atómica.En China ya están en construcción 20 centrales nucleares siguiendo la cuarta generación franco-finesa. En Estados Unidos hay 132 proyectos esperando el «yes we can» de Obama. Con la paradoja de que el propio Gobierno de ZP está a punto de viabilizar la reexplotación de las minas de uranio de España.Lo malo también es que en nuestro país, llegamos a fabricar un 70 por 100 del valor incorporado a las actuales nucleares, cuando ahora nos encontramos con una industria en peligro de extinción. Así las cosas, si no entramos en la fisión avanzada, ¿qué vamos a hacer para la fusión del hidrógeno?