Globos de Oro
Grande en la comedia inmensa en el drama
Soy el admirador número uno de Mary Carrillo, porque era una actriz inmensa. Tuve la gran suerte de trabajar muchísimo con ella en televisión, aunque nunca coincidiéramos en el teatro. Hicimos muchos «Estudio 1», veinticuatro monólogos de Benedetti y la comedia de Horacio Ruiz de la Fuente «La muerte da un paso atrás», en la que ella estaba sola durante hora y media dando una lección de interpretación. De esta obra guardo un recuerdo muy especial, ya que con ella fuimos al Festival de Praga y recibimos tres menciones especiales (mejor actriz, director e iluminador), aunque al final no lográramos ningún premio. Fue a principios de los setenta. Ha sido una de las actrices más completas, que lo mismo te bordaba un drama que una comedia, una fuera de serie, con raza y llena de sutileza, poseedora de unos matices sorprendentes. De memoria Mary siempre andaba un poquito rara, pero era tan tremendamente grande que todo se le disculpaba. Recuerdo que en «Un espíritu burlón», que rodamos plano a plano, Jesús Puente, que la tenía enfrente, le decía: «Mary, tienes que decir "buenas tardes"», y ella al instante le volvía a preguntar, «¿qué tengo que decir?». Como intérprete era colosal. En una ocasión quedamos finalistas ambos en el premio Mayte, que acabé ganando yo. La primera persona que me felicitó al día siguiente fue Mary Carrillo, lo que demuestra la calidad que tenía como persona. Es una lástima que todos los grandes se vayan yendo porque pertenecen a una raza irrepetible. La televisión, que actuó años atrás como un conservatorio permanente, ayudó a que así fuera. Hoy tenemos actores estupendos, pero ya no surgen intérpretes con el calibre de Mary Carrillo.
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