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Isla Reunión Entre volcanes y exótica naturaleza

En poco más de 2.000 kilómetros cuadrados, este departamento francés del Índico ofrece al viajero diminutos rincones en los que perderse y espectaculares paisajes en los que su diversidad natural deja boquiabierto

Entre volcanes y exótica naturaleza
Entre volcanes y exótica naturalezalarazon

Es difícil expresar en pocas palabras la diversidad que atesora una isla, de poco más de 2.000 km2, en pleno océano Índico. Isla Reunión –departamento francés de ultramar– permite descansar en playas de ensueño, bucear en increíbles arrecifes de coral, practicar alpinismo o ser testigo de la magnificencia y poder de un volcán en unas distancias muy cortas, por lo que sólo conociéndola pueden resultar creíbles estas líneas.Nada mejor, para hacernos una idea de sus dimensiones, que sobrevolarla en una excursión en helicóptero. La panorámica de los volcanes, los desfiladeros y el litoral desde el aire es única. Reunión es también una combinación de colores y de posibilidades. Hay quienes desean disfrutar de la tranquilidad de un océano que, en algunas zonas, parece una gran piscina natural, donde el arrecife hace de presa conteniendo la fuerza del oleaje. Hay quienes, por el contrario, se acercan a Cilaos –el centro de la isla– a disfrutar de los deportes de aventura en contacto con la naturaleza: escalada, descenso de cascadas y barrancos, senderismo... O sea, un paraíso apto tanto para el más intrépido como para el turista que busca el sosiego de un lugar apartado. ¿Se puede pedir más?El mejor consejo es alquilar un coche en el mismo aeropuerto Roland Garros de Saint Denis, la capital. Un buen mapa y ganas de perderse son «equipaje» suficiente para esta particular aventura de descubrir sus rincones más emblemáticos. Ejemplo de mestizajeIsla Reunión, que a veces cuesta localizar en el mapamundi, es ejemplo de mestizaje histórico con un indiscutible carácter multicultural. Una simbiosis que se manifiesta en facetas tan dispares como la gastronomía, las edificaciones, los templos, las tradiciones o sus habitantes.Lo primero que se advierte es la diferencia entre el norte y el sur. Mientras arriba se encuentran las mayores ciudades, más abajo perviven aires vírgenes y una aureola de autenticidad. Pero esta dicotomía es también extensible al litoral y al centro. La costa es soleada, tranquila y de regusto moderno. El centro, sin embargo, recuerda los inicios geológicos de Reunión: suena a naturaleza viva, a volcanes, a fuego, a lava y a montañas. La diversidad es también notoria en sus ciudades. Frente a la modernidad de alguna de sus urbes, aún quedan preciosos vestigios de lo que fue el pasado. Es recomendable acercarse a Hell-Bourg, considerado por algunos, debido a sus numerosas casas criollas, uno de los pueblecitos más bonitos de la isla.Este diminuto rincón del mundo regala al viajero la oportunidad de apreciar la fuerza de uno de los volcanes más activos del mundo, el Piton de Fournaise, y miradores naturales donde quedarse boquiabierto, como los de Piton Maido y Pas de Bellecombe. No hay, pues, excusas para no decidirse por Reunión, para disfrutar de lo puro, de lo natural y de lo genuino de unas tierras nacidas de las profundidades del mar.