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«La Academia no tiene ideología»

Acaba de llegar al cargo que facilitó a González-Sinde el salto a Cultura y confiesa que aún no tiene claro si será candidato a las próximas elecciones

Eduardo Campoy, ayer, en su despacho madrileño
Eduardo Campoy, ayer, en su despacho madrileñolarazon

Eduardo Campoy está tan acostumbrado a posar ante las cámaras (ya fue presidente de los productores) como a negociar presupuestos de películas («La niña de tus ojos», «Sin noticias de Dios»... ). La pasada semana tuvo que asumir la presidencia interina de la Academia de Cine, aún no ha decidido si se presentará a las elecciones de junio, pero ya se han desenterrado las críticas que realizó a la entidad por la politización de la ceremonia de entrega de los Goya durante la Guerra de Irak. -Más allá de la organización de los Goya, ¿cuál cree que debe ser la misión de la Academia?-Tiene un gran trabajo diario que comanda el director general. Además de los Goya y otros cinco premios oficiales (la Medalla de Oro, el Segundo de Chomón...) se organizan bastantes actividades culturales. Hay casi 1.200 miembros que la Academia y éste debe representarlos por igual, sean técnicos de sonido, actores o directores.-Ha valorado de manera positiva los logros de González-Sinde, ahora ministra, al frente de la institución, ¿cuáles han sido?-La Academia va por impulsos y durante estos dos años y medio de gestión, González-Sinde ha marcado una impronta que ha colocado a la institución como un interlocutor válido en las negociaciones para la Ley de Cine. -¿Se rompió con ella la tendencia de buscar una cara conocida como presidente?-Siempre se ha pretendido que la Academia estuviera encabezada por un rostro mediático. Es verdad que se sucedieron tres actrices consecutivas al frente (Aitana Sánchez-Gijón, Marisa Paredes y Mercedes Sampietro). De todas, Sánchez -Gijón dio el mayor impulso, ya fuera por su capacidad o por el personal que la rodeaba. González-Sinde no era una cara conocida para el gran público, pero venía de ser presidenta de la Asociación de Guionistas (ALMA), por tanto llegaba con la experiencia de dirigir un colectivo. Ella tomó decisiones importantes, como cambiar al «staff» directivo, que está trabajando en los cambios de la institución. -¿Ya ha pensado si quiere presentarse a las elecciones?-Aún no. Es un cargo que cualquier miembro de la Academia estaría orgulloso de asumir. Además, teniendo como ministra a una ex presidenta, miel sobre hojuelas en esta Legislatura.-Sin embargo, una de sus predecesoras, Marisa Paredes, se quejaba de que usted «se portó muy mal» con ella tras los Goya del «No a la guerra»?-Entonces yo era presidente de los productores, lo único que pedí fue que la Academia actuara de manera imparcial y que cada individuo, a título personal, tomara las decisiones que creyera oportunas. En aquel momento resalté que ella se había equivocado porque la Academia era de todos y no de unos pocos. Fue el único roce que tuvimos, y cinco días después firmamos un acuerdo entre Fapae y la Academia. No tengo nada personal contra nadie. -¿Cree que fue algo puntual o la Academia está escorada ideológicamente?-No creo que la Academia apoye ninguna tendencia política o que tenga ideología.-¿Aquel roce con la opinión mayoritaria de la Academia, ¿puede restarle apoyos si decide presentarse a la presidencia?-No le doy mayor importancia a lo que ocurrió hace años. Yo tenía entonces un puesto de responsabilidad y sólo quienes toman decisiones pueden equivocarse.

 

A la espera de GuardansAnte el inminente relevo del convergente Ignasi Guardans en lugar de Fernando Lara al frente del Instituto de la Cinematografía, Campoy asegura que «lo más urgente es la orden ministerial que regula la Ley de Cine. Todos los cambios suelen ser a mejor. Confío en el trabajo de la ministra y en el de Guardans, que conoce perfectamente el sector, que es un político que ha estado muy cerca de nuestros problemas durante estos años». Respecto a la regulación de internet asegura que «debemos buscar una fórmula, sea la sueca, la alemana o la norteamericana, para acabar con la piratería».