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La cuarentena acaba en una fiesta

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Hong Kong- La «cuarentena de Hong Kong», el aislamiento forzado de cerca de 280 personas sospechosas de haber contraído la fiebre porcina, finalizó ayer por la noche de la mejor de las maneras: entre risas, aplausos, abrazos y vítores de alegría. Y con un alta médica generalizada. Los «rehenes del virus AH1N1», entre ellos ocho españoles, salieron por la puerta principal del Hotel Metro Park con una puntualidad matemática y sin esconder su euforia. Segundos antes de decir adiós al lugar donde pasaron los últimos ocho días, los protagonistas hicieron la ola, celebraron la cuenta atrás de su liberación a gritos y se intercambiaron abrazos y números de teléfono. «Ahí dentro hemos hecho amigos», confesaba el español Javier Boada, junto a tres de sus compañeros. En medio de discretas medidas de seguridad y rodeados de decenas de cámaras de televisión y periodistas, los «rehenes» escenificaron el epílogo de un drama más mediático que real. A lo largo de esta semana y sobre todo a partir del tercer día (cuando ya parecía claro que no había ningún nuevo contagio), los testimonios han acercado al público de medio mundo toneladas de información intrascendente y repetitiva, parecida a cualquier retransmisión de «Gran Hermano»: qué comían dentro del hotel, los romances que iban surgiendo entre los huéspedes, cuándo se iban a dormir, qué comentarios se intercambiaban en los pasillos... Blogs de los protagonistas, centenares de entrevistas telefónicas, un sinfín de fotografías, e incluso vídeos colgados en Internet han ido narrando detalladamente el cautiverio, que la mayoría de los afectados definen como «simplemente aburrido». Las autoridades sanitarias de Hong Kong organizaron la cuarentena con una precisión quirúrgica, valiéndose de la experiencia de recientes crisis epidémicas y de la capacidad organizativa de los habitantes de uno de los territorios con más densidad de población del mundo. Para salvar la imagen internacional y hacer más llevadero el encierro, el Gobierno ofreció todo tipo de comodidades a los afectados. Como regalo de despedida, ayer se repartieron cupones para comer gratis en restaurantes y acudir por la gorra al cine, e incluso entradas para el parque Disneyland de Hong Kong. Y para que estiren las piernas antes de coger el avión, se ofrecieron dos noches de hotel gratis. «Lo más lejos posible del Metro Park», decía uno de los afectados anglosajones. Los españoles encerrados explicaron que lo que más habían echado de menos era el aire libre y darse un paseo. «Como cualquier persona que se pasa una semana en un hospital encerrada», resumió Boada. El punto final de la cuarentena atrajo a decenas de curiosos, e incluso a un grupo de espontáneos disfrazados, pertrechados con caretas de cerdo y pancartas jocosas con las que llamar la atención de las cámaras en mitad del espectáculo. Para darle más realismo al «show» muchos presentadores televisivos se colocaban las mascarillas segundos antes de entrar en directo. El marco de la película era casi perfecto: el barrio rojo de esta metrópolis china, plagado de neones, locales de alterne y bares de steaptease. El regreso del «paciente cero» En los próximos días recibirá el alta el «paciente cero», el mexicano de 25 años que se alojó en el hotel en cuarentena, convirtiéndose en el primer caso detectado del virus AH1N1 en Asia. Con su regreso a México, la ex colonia británica cerrará el capítulo con la gripe porcina, al menos por el momento. Entre la población de la isla, que recuerda vivamente lo ocurrido con la gripe aviar (SARS) entre abril y marzo de 2003, han vuelto a despuntar algunas mascarillas sanitarias y se han endurecido las medidas higiénicas en lugares públicos, aeropuertos y cientos empresas. Con todo, el pánico no ha terminado de cuajar. Una anciana que vendía mascarillas a pocos metros del hotel Metro Park lo veía así: «Algo consigo vender, pero con este virus no me voy a hacer rica».