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Colombia
La dimisión del ministro de Defensa de Colombia abre la sucesión de Uribe
La gran incógnita está resuelta. Parece que Uribe no forzará la reelección y deja el relevo a Santos, su ministro estrella.
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Pocas veces una dimisión implica tantas cosas. Colombia llevaba dos años sumergida en la eterna cuestión: ¿forzará el presidente Uribe su segunda reelección? Para ello, el «uribismo» trató de modificar la Constitución, un movimiento estancado por la propia tozudez del presidente, empeñado en no despejar su futuro político. Pues bien, la salida de Juan Manuel Santos del superministerio de Defensa despeja esta incógnita, aunque con Uribe todo es posible.
Parece claro que si su ministro estrella deja un cargo tras tres años de brillante ejercicio –salpicado de éxitos tan notables como la operación «Jaque», que se saldó con la liberación de Ingrid Betancourt– y se ha lanzado a la carrera por la Presidencia es porque su mentor arroja la toalla y prefiere retirarse del poder con uno de los mejores balances políticos de la historia de Colombia y casi del continente. Con un índice de aprobación del 68% después de dos mandatos extenuantes y sólo lastrado en los últimos meses por la crisis económica (hasta entonces su popularidad alcanzaba el 85%, la más alta de Iberoamérica) ningún candidato y mucho menos un heredero como Santos de la política de seguridad democrática, que ha logrado arrinconar a las FARC, se atrevería a disputar a Uribe el poder.
Menos aún con el demoledor dato de que, si Uribe quisiera, el 84% de los colombianos apoyarían la reelección del presidente, según la última encuesta de Gallup, publicada la pasada semana. Cuatro puntos más que en febrero y eso pese a la crisis.
«Yo no salgo como candidato a la Presidencia. Si Uribe decide concurrir, cuenta con todo mi apoyo. Ése es mi compromiso con él. Si no se lanza, seré candidato», dijo Santos en su despedida, en la que anunció que será efectiva el 23 de mayo. Pero a casi nadie en Colombia se le escapa que Santos sólo habría dado este paso con la aprobación de Uribe, lo que le convierte en poco menos que su «delfín». Así lo admitió posteriormente en una emisora de radio, al asegurar que está convencido de que Uribe no se presentará.
El resto de candidatos y de aspirantes, sobre todo conservadores y «uribistas», estaban esperando este movimiento para lanzar sus campañas a las presidenciales de 2010 y evitar así tener que vérselas con el imbatible mandatario. Además, Santos ha debido adelantar su salida a la carrera electoral ante la ventaja que estaba tomando el independiente Sergio Fajardo, quien lleva casi un año preparando su asalto al Palacio de Nariño tras su exitosa gestión como regidor de Medellín.
Los últimos sondeos pueden tener parte de la culpa en esta decisión, ya que el todavía ministro de Defensa ha quedado relegado, por un estrecho margen, al segundo lugar en las encuestas en favor de Fajardo.
3 Claves de la campaña1/ Canje con las FARC
Pocos candidatos se atreverán a cuestionar la política de seguridad democrática de Uribe, por lo el canje de rehenes con la narcoguerrilla centrará los debates. La mayoría está a favor, pero sólo si se dan las condiciones y el intercambio es en bloque y con el compromiso de un alto el fuego estable.
2/ Economía
Por primera vez en lustros, la seguridad ha caído al tercer lugar en la lista de preocupaciones de los colombianos. Lo que en realidad es un logro de Uribe puede convertirse en un lastre para los candidatos continuistas, ya que la crisis y la situación económica preocupa al 53% del país.
3/ Negociación
Aunque el 80% de los colombianos cree que el Ejército es hoy capaz de derrotar militarmente a las FARC, el 60% apoya mantener abierto el diálogo. Éste es uno de los puntos que más brecha puede abrir entre los candidatos, pero ni Santos ni Fajardo apoyan la negociación sin rendición.
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