Presentación
La gran resaca tras el huracán José Tomás
Las 180.000 firmas presentadas en el Parlamento catalán pasaron a un segundo plano con la pasión que se desató en Barcelona
Duerme la Monumental tranquila horas después de la explosión de emociones vividas a los pies de José Tomás. El mesías del despertar taurino en Barcelona. No es fácil sentir cómo una plaza se estremece con tanta intensidad ante un torero como cuando José Tomás pisa su albero. Cruje, se rompe, se entrega. Las coordenadas del bien y del mal comulgan en el mismo sentido.Se desmonteraba el domingo Tomás antes de pisar la primera raya del tercio, antes de comenzar todo, antes de conocerse el desenlace, y parecía hundirse la plaza ante su misterio. No había dinero ni reventa que contuviera aquello. Cuántas historias detenidas, sostenidas en el tiempo. 18.000 personas vivieron con pasión el camino que va de la expectación al delirio. Y muchísimas más hubieran pagado por ver el espectáculo. ¿Cuántas más? Es inimaginable lo que es capaz de mover el de Galapagar. Su tirón es un efecto contrastado que no pasa desapercibido para nadie. Pero el toreo es un espectáculo de escenario limitado y carácter intimista. Barcelona vivió la gloria de encumbrar a hombros a su torero, a su leyenda viva tras una tarde gloriosa. A él se le debe el resurgir de la afición y en él se depositan todas las esperanzas de la crítica situación de la Fiesta en tierras catalanas. Aquel esplendor se antoja un espejismo ante la auténtica realidad. La vía política ha encaminado un viacrucis contra las corridas de toros que tuvo su último golpe hace apenas unos días con la presentación en el Parlamento catalán de 180.000 firmas para abolir estos festejos. Se imaginan cuántas firmas se podían haber recogido ayer, en un solo día, en apenas dos horas, de haberse instalado una plataforma en pro de la Fiesta. Pensado así suena ridícula la cifra presentada en el Parlamento y mucho más los argumentos ofrecidos, si tenemos en cuenta que la Fiesta es el segundo espectáculo de masas. Aquí no importa el dolor del toro, no es la base que se intenta dignificar, es más ni se toca el tema del bous al carrer. ¿Acaso ahí no se contempla la cuestión de los animales? Esto huele mal, muy mal, ¿por qué no hablan claro? Es evidente que es un debate político con nuevo escenario. Próxima víctima, la fiesta de los toros. ¿Y después?
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