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La ingravidez del ángel caído

La Conservera abre mañana sus puertas con instalaciones de Manu Arregui, Banks Violette, Björn Dahlem y Loris Gréaud con la ligereza de los objetos suspendidos como uno de sus nexos comunes 

La ingravidez del ángel caído
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 Las preocupaciones e intereses comunes de Manu Arregui, Banks Violette, Björn Dahlem y Loris Gréaud, tales como la industria del entretenimiento, la ciencia ficción, la música o los excesos de la cultura juvenil, son las que articulan las distintas instalaciones, de cada uno de estos artistas, que se pueden descubrir en el nuevo espacio dedicado al arte contemporáneo: La Conservera, emplazado en Ceutí, y que mañana abre sus puertas.

Durante la presentación, el consejero de Cultura y Turismo, Pedro Alberto Cruz, explicó ayer de este emplazamiento que consta de cuatro naves que «pretende ser un centro sostenible más allá del significado que se le confiere». Un lugar «caracterizado por la flexibilidad donde la importancia radica en el discurso». En cuanto a la programación, engrosada por artistas nacionales e internacionales con edades comprendidas entre los 30 y 40 años, Cruz apuntó que «constituyen creadores con trayectorias consolidadas que abogan por un mestizaje artístico». Con vocación de centro de formación, el titular de Cultura desveló que «hemos llegado a un acuerdo con la facultad de Bellas Artes de Murcia para que los jóvenes estudiantes puedan participar como asistentes de los artistas que expongan en La Conservera».

Del denominador común de las exposiciones, Cruz afirmó que «se repite la alusión a la idea del ascenso y el descenso, en relación a los dos movimientos del ángel». Otro nexo común sería la «ligereza e ingravidez de los objetos suspendidos, así como el desvanecimiento de las fronteras y los límites».

En una fusión y confusión de los polos de la realidad y la ficción, Manu Arregui presenta «Streaming», una exposición formada por tres trabajos de intenso simbolismo en una visión metafísica del umbral de la muerte y una mirada a la eternidad. Una vez dentro de la sala, en la que se puede contemplar el trabajo del artista cántabro, el espectador queda envuelto en una suerte de telas que ondean con sensualidad gracias a una turbina activada por el público a través de una célula fotoeléctrica. «Objeto escalonado», el segundo trabajo, exhibe una escultura con forma de escalera, «compuesta por una serie de peldaños que fluyen a lo largo de una trayectoria», afirmó el autor, quien también invitó a observar el segundo escalón donde se podía apreciar una inscripción extraída con una URL en la que se indicaba el modelado original de la pieza. Sobre este tema Arregui comentó que se trataba de un juego poético, entre tangible e inmaterial, que «cuestiona las relaciones entre tecnología, propiedad intelectual y la fetichización característica del mercado del arte». El último trabajo, titulado «Streaming», muestra una producción videográfica protagonizada por un joven de aspecto andrógino que evoluciona desde una caída al vacío. Del mismo, el autor comentó que «supone el eje de la exposición e invita a reflexionar sobre el suicidio que se originará por la imposición de la masculinización».

Banks Violette y Loris Greáud realizan su primera exposición individual en nuestro país. En el caso del primero, presenta en la Conservera dos estructuras de gran formato, a modo de espejos negros, y su primera obra en vídeo, proyectada sobre una fuente de vapor de agua que se distribuye mediante una máquina de ultrasonidos y deja ver a un caballo blanco que galopa sobre un fondo negro. De su obra, el neoyorquino comentó que «tiene que ver con el arte del escenario, el cine y el lenguaje de los medios audiovisuales». También señaló que rendía un homenaje al desaparecido Jack Goldstein, autor del león de la Metro Goldwyn Mayer.

Björn Dahlem no accedió a comentar su instalación a los medios de comunicación ya que prefirió que «al ser observada hable por sí misma», expresó. Trabajo del que el programador, Pablo del Val, aclaró que «las vídeo proyecciones expuestas corresponden a la documentación de distintos sueños del artista».

Capítulo final de «Cellar Door»

Por último, Loris Gréaud exhibe el capítulo final de su serie «Cellar Door» (Puerta del sótano), titulado «Best after the end» (Mejor tras el final), un proyecto que se inició en el Palais de Tokyo (París) y continuó en el ICA (Londres), la Kunsthalle St. Gallen (Suiza) y ahora aterriza en La Conservera. Una propuesta que impacta al espectador, cuando se adentra en el laberinto de 44 árboles esculpidos en pólvora que propone el creador. «La obra tiene el aspecto de un bosque quemado porque quiero que la gente reflexione sobre la posibilidad de que cualquier chispa lo prendería de nuevo». En este sentido, aclaró que «la idea del bosque quemado sería el pasado, la pólvora el futuro y el presente nosotros contemplándolo».

Otra de las piezas de Gréaud que se puede ver en la sala es un coche tuneado que tiene en su interior un poderoso transmisor de televisión y un reloj atómico que se activará en 2076. Año en el que se podrá conocer el contenido del mismo.