Tokio
La magia de Oriente: «Kioto te enamora con sus templos y Tokio es una locura maravillosa»
Luna de miel en Tokio y Kioto, pleno agosto, difícil de olvidar el calor sofocante y húmedo comparable a nada antes vivido en estas dos ciudades mágicas que nos sumergen en sus culturas y sus gentes a pesar del poco tiempo para descubrir sus rincones más emblemáticos. Kioto te enamora por sus templos, sus paisajes y su calma, hay momentos en los que te parece estar en otra realidad disfrutando de manera casi inconsciente. Es curioso cómo puedes llegar a sentirte tan lejos de «lo tuyo» a pesar de hoteles de lujo y alguna visita guiada. El sushi, la ausencia de pan en las comidas o ser el único occidental en varios kilómetros a la redonda contribuyen en gran parte a ello. Tokio es una «locura»: las calles se enumeran por antigüedad de las casas construidas, el inglés es muy distinto al que conoces y en los restaurantes las cartas están en japonés, con lo cual, cuatro años después te sigues planteando si el primer restaurante en el que cenaste, degustaste un perro con sus tripas como postre. El metro también es «divertido» y recomendable y los cruces en diagonal son interminables. Por barrios: imposible olvidar el karaoke en Shibuya, aún no sé cómo logramos entendernos y contratarlo media hora; la marcha nocturna de Shinjuku; la camarera española en Roppongi; el tren bala destino Expo de Aichi o las tiendas de electrónica en Akihabara. En fin, todo un placer para los sentidos y una experiencia única que es imposible resumir en apenas unas líneas, aunque se intente.
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