Congreso Extraordinario del PSOE
Liderazgo y autoridad de Rajoy
La elección de Manuel Pizarro como número dos de Mariano Rajoy en la candidatura por Madrid y el descarte de Gallardón es una enérgica decisión del presidente del PP que le refuerza como líder del partido, acrecienta su autoridad y le permite alcanzar varios objetivos fundamentales, aunque la reacción del alcalde capitalino abre un auténtico terremoto en el seno de la formación.
La primera decisión importante, la de incorporar a Pizarro, puede verse enturbiada por la segunda, que ha sido rechazar la oferta de Gallardón, opción que podría aliviar la tensión interna que generaba en el PP la candidatura del alcalde de Madrid. Sin embargo, la reacción del primer edil de abandonar la Alcaldía y la política puede generar un importante foco de problemas para el presidente popular.
Al situar inmediatamente detrás del número uno a un personaje indiscutible y de enorme prestigio como Zaplana, el máximo dirigente del PP ha desactivado la carga explosiva que conllevaba colocar a Gallardón como su delfín, pero ha quedado de manifesto, una vez más, el abierto enfrentamiento entre el alcalde y la presidenta regional, que han mantenido el pulso hasta el final y han llevado a Rajoy a afirmar «estar harto de la Legislatura» que la han dado «los dos», y a optar por no incluir en las lista por Madrid a ninguno.
Evidentemente, Rajoy ha dado una muestra inequívoca de quién manda y decide en el PP, aunque las consecuencias de su decisión están por ver . Por lo pronto, el anunció ha provocado un auténtico terremoto tanto en el partido como en Madrid.
En cuanto a la decisión de poner rostro al programa económico del PP, que tras la salida de Rato no encontró un sucesor con su prestigio e imagen pública, está claro que ha sido un éxito.
La irrupción de la crisis económica en la precampaña ha revalorizado el papel de los gestores económicos, como demuestra que Zapatero haya forzado la prórroga de Solbes y le haya concedido plenos poderes.
La réplica de Rajoy ha sido brillante. Frente al ministro de Economía de Zapatero, que no ha sido capaz de anticiparse a la crisis, el presidente del PP propone a uno de los gestores empresariales más reconocidos del empresariado español y, en especial, a uno de los más incorruptibles. Manuel Pizarro gestionó con acierto Endesa, que es una de las primeras empresas de España. Pero, sobre todo, supo defender con uñas y dientes los intereses del millón de pequeños accionistas frente a las presiones de corte totalitario por parte del Gobierno socialista. Pizarro no se enfrentó a Gas Natural o La Caixa, que como empresas privadas aspiraban a obtener más a menos precio, sino al Gobierno de Zapatero, que pretendía pagar su apoyo a los nacionalistas catalanes con el dinero de los accionistas de Endesa. El empresario aragonés resistió la cacicada y tras sufrir un acoso brutal e insultante, logró el objetivo que se propuso: que los accionistas no fueran timados. En efecto, Endesa acabó siendo adquirida por Enel y Acciona por el doble del precio que pretendía Moncloa. Hoy, un millón de accionistas y sus familias no olvidan quién defendió sus ahorros y quién pretendió malbaratarlos. Hoy, Manuel Pizarro es el número dos, tras Rajoy, de la lista del PP por Madrid. Y enfrente, en el PSOE, el número dos tras Zapatero, va el ministro de Economía que pretendió esquilmar Endesa. Por un lado, la honradez, el coraje personal y la competencia profesional; por el otro, el oportunismo político, el relativismo moral y la pretensión de que la factura la paguen los demás. Por un lado, el reconocimiento de un millón de familias, cuyos ahorros defendió como propios; por el otro, un partido cuyo secretario de Organización le llamó ayer «tiburón capitalista».
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