Valencia

«Los caprichos» de Goya entran en el Reina Sofía

El director del Reina Sofía, Manuel-Borja Villel
El director del Reina Sofía, Manuel-Borja Villellarazon

El Centro de Arte Reina Sofía ha puesto en marcha la reorganización de sus colecciones con una novedad que hasta ahora era impensable: la inclusión de Goya, para así explicar el origen de la modernidad del arte español. Suele citarse a Goya como pintor que enlaza lo que se denomina pintura antigua con la modernidad, o que en muchas de sus pinturas ya están los rasgos y la esencia del arte que vendría. El Museo de Prado guarda sus mejores pinturas y, según el decreto que marca la división de las colecciones en los museos nacionales (separación a partir de 1881, fecha del nacimiento de Picasso), sin embargo, en la nueva reordenación de las colecciones del Centro de Arte Reina Sofía, Goya estará también representado. En concreto, se mostrará en la primera sala del recorrido (A1 de la planta segunda), donde se exhiben ya dibujos y pinturas de José Gutierrez Solana y está previsto que se cuelguen estampas de «Los Caprichos» de Goya, aunque también se había estudiado la posibilidad de que fuesen las «Tauromaquias». «La modernidad a veces tiene orígenes concretos, porque toda la España negra tiene que ver con Goya; entonces, ¿por qué no poner algo de Goya que explique este entrar en la modernidad?», aseguró el director del Reina Sofía, Manuel-Borja Villel, hace unas semanas en estas páginas. Junto a ellos habrá en el futuro alguna pintura de James Ensor, incluso de De Chirico (todavía no adquiridas). La inclusión de Goya en el Reina Sofía forma parte de la nueva lectura que Villel está planteando en las colecciones,y que se presentará en público el próximo 28 de mayo. Si Gutiérrez Solana representa los «espacios residuales del progreso moderno», según argumenta la memoria de la nueva reorganización de las colecciones, «el ambiente sórdido y degradado de las clases populares le conectan con el tenebrismo barroco y el paisaje costumbrista de Goya», pero también con Valle-Inclán o Gómez de la Serna, que también están presente en una vitrina con algunas de sus publicaciones. «La modernidad en España no empieza en los años veinte», dice el director del Reina Sofía. La explicación de la modernidad se realizada a través de los conflictos sociales, de ahí que arranque con «Garrote vil» (1894), de Ramón Casas, y con «Cuerda de presos» (1901), de López Mezquita, además de fotografías de Alfonso sobre los movimientos políticos de la época y documentos de Lewis Hine (1910). Junto a ellos se muestra la película de unos trabajadores saliendo de la fábrica, de los hermanos Lumière. El cine estará presente a lo largo de toda la colección. Como ejemplo de esa España regeneracionista está la película de Luis Aranquistain «¿Qué es España?», sobre la Institución Libre de Enseñanza, recientemente adquirida en Valencia. España negra y blanca«Este museo tenía un no-principio», dice Villel de cómo hasta ahora arrancaba la colección del Reina Sofía. Se ha recuperado la colección de «Camera Work», la publicacion fundada en 1902 por Alfred Stieglitz y que fue clave en la fotografía moderna, que hasta ahora estaba en la biblioteca. También guardadas había obras de Nonell o de Romero de Torres que se exponen ahora (Sala 1B). Y frente al paisajismo regeneracionista de Regoyos, Mir, Rusiñol o Iturrino, está el decadentismo de Anglada Camarasa y de la novedad de Medardo Rosso (1958-1928), el escultor italiano que cronológicamente pertenecería al Museo del Prado, pero que por discurso adquiere todo su sentido en el Reina Sofía. Dos esculturas han sido adquiridas recientemente. Junto a ellas, «La mujer azul» (1901), de Picasso. Ahí se contrapone el Noucentismo catalán clasicista, impulsado por Eugenio D'Ors, con Torres-García, los inicios de Julio González, Clará o Manolo Hugué, con los que representan una visión pesimista del futuro de España, con Regoyos, Zuloaga, Ortiz Echagüe y Gutiérrez Solana. «Esta sala es de un gran nivel», afirma Villel. Uno de los cambios más señalados en esta ordenación será la disposición del cubismo, una de las partes más importantes de los fondos del Reina Sofía. Basándose en el hecho de que el cubismo recurre a «fuentes no occidentales, como la escultura africana, que aparece como huella de la ocupación colonial en Europa», se muestra en el arranque de este movimiento una vitrina con tres esculturas, unas figuras de Byeri cedidas por el Museo de Antropología de Madrid. Buster Keaton cubistaPicasso, arte africano y Buster Keaton para explicar el cubismo. Estas figuras africanas se enfrentan en la misma Sala 2 a una gran pintura del Picasso cubista, «Los pájaros muertos» (1912). Pero el cubismo «no se puede entender sin el cine, cuyo significado deriva de la sucesión y el montaje de planos fijos, pero tampoco el cine puede entenderse sin la fragmentación cubista». Ahí está la película de Buster Keaton «Una semana» (1920) para explicar cómo funciona el cubismo. «Esta película no se podría haber hecho sin el cubismo», asegura Villel.