Bilbao
Los obispos refuerzan el liderazgo de la Conferencia con la elección de Rouco
El «hombre fuerte» de la Iglesia española regresa, después de tres años, al cargo que ya ejerció durante seis.
MADRID- Rouco presidente. «La apuesta segura» del arzobispo de Madrid se ha hecho realidad. En la primera votación, el cardenal obtuvo justo la mayoría absoluta de los presentes, 39 votos, frente a los 37 que recayeron en el obispo de Bilbao, Ricardo Blázquez, y uno en el arzobispo de Toledo, cardenal Antonio Cañizares. El hasta ahora presidente, Blázquez, recibía poco más tarde una cierta compensación por ser el primero que no renueva mandato (si exceptuamos la renuncia voluntaria de Quiroga Palacios), y era elegido vicepresidente en segunda votación, con el respaldo de 45 de los presentes. Por la tarde los obispos ratificaban una línea continuista al completar el Comité Ejecutivo con los mismos miembros que lo componían hasta ahora.
Los obispos apuestan así por un estilo diferente para dirigir la Conferencia. En Rouco buscan a un presidente más carismático, que ejerza el liderazgo de una forma significativa. Saben que es el «hombre fuerte» de la Iglesia en España y lo han ratificado con su voto. Atrás, queda la etapa de Blázquez, con una escasa presencia pública y un protagonismo muy reducido. Aun así, la línea que planteaba Blázquez en su último discurso de ayer, en el que apelaba a la «comunión» y la «colegialidad», también ha recibido un importante respaldo, y le ha acabado llevando a la vicepresidencia. De esta forma, y como suele ser habitual, los obispos han conseguido que las distintas sensibilidades de la Conferencia se sientan representadas en los dos principales cargos, a la par que desactivan a quienes les acusan de estar divididos.
Pero para entender en toda su complejidad estas elecciones hay que remontarse a las de hace tres años. Entonces Rouco, que llevaba dos trienios al frente de la Conferencia, necesitaba para ser reelegido el respaldo de los dos tercios de los obispos. A pesar de obtener la mayoría de los votos, 51 de los 76 presentes, las exigencias estatutarias le privaban, por un voto, de alcanzar un tercer mandato. La circunstancia fue aprovechada por los que preferían ver lejos de la presidencia al arzobispo de Madrid y auparon a Blázquez. Entonces, la norma no escrita de la compensación se cumplió con la elección de Cañizares para la vicepresidencia.
La opción de Blázquez no fue casual. Era el candidato en el que coincidían apoyos de diferentes sensibilidades. En lo doctrinal era discípulo a Rouco, pero despertaba a la vez las simpatías de los más cercanos al nacionalismo y el taranconismo. A él no le sorprendió su elección. De hecho sus primeras palabras a los obispos las llevaba escritas en un pequeño papel que sacó de su bolsillo, y que había preparado con anterioridad, «por si acaso». Salvadas aquellas circunstancias, tres años después, Rouco vuelve a la Presidencia, no sin sufrir un importante merma de votos. En 2002 fue reelegido con 54 votos, y en 2005 se quedó en 51. Ahora sólo ha alcanzado 39.
Salvo en los casos de Rouco y Blázquez, el continuismo fue la norma que ayer siguieron los obispos al elegir al resto de los cargos. Así, el Comité Ejecutivo estará formado por los mismos miembros. El primero en integrar este órgano de gobierno fue el hasta ahora vicepresidente, el cardenal Cañizares, que cosechó para este cargo el apoyo más numeroso de día, 54 votos. La continuidad siguió también en la elección de los presidentes de comisión, donde el único cambio hasta el momento fue el relevo al frente de Pastoral Social de monseñor Omella, que ya llevaba dos mandatos en el cargo.
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