Comunidad de Madrid

Los porteros pasan por la facultad

Los porteros pasan por la facultad
Los porteros pasan por la facultadlarazon

Esta vez, ellos no controlaban las puertas. Por eso, cuando a eso de las once de la mañana han abierto la facultad de Derecho, los que les dejaban pasar eran conserjes. La estampa, cuando menos, era atípica. Una multitud de hombres, muchos de ellos musculados, rapados y extranjeros, esperaban a que leyesen su nombre en alto para sentarse en un aula de la Complutense. De los 2.529 que se presentaron, los más aplicados llevaban el temario bajo el brazo, pero los nervios se los habían dejado en casa. Eso, los que habían dormido algo, porque la mayoría de los que ayer se presentaron al examen para convertirse en porteros apenas habían echado una cabezadita. «Es que a quién se le ocurre convocar un sábado por la mañana, cuando nosotros trabajamos sobre todo los fines de semana por la noche», se quejaban muchos. Porque, aunque algunos habían recibido el permiso del jefe y habían librado el viernes noche, las ojeras y los ojos rojos eran ayer el común denominador entre muchos futuros controladores de acceso. Los abrazos y saludos entre los que esperaban a rellenar el examen tipo test también se repitieron a lo largo de la mañana. Quien más, quien menos había coincidido trabajando en la puerta de algún local y encontrarse en la facultad de Derecho parece que les alegró la jornada. Uno a uno, les fueron llamando y uno a uno se fueron sentando en las aulas. Tenían una hora para el medio centenar de preguntas teóricas y 45 minutos para las del examen psicológico. Sin pausas para fumar ni comentar la jugada. Eso sí, permitían salir al baño acompañados de los miembros del tribunal encargados de vigilar el examen. Las pregunta más frecuentes antes de empezar era con cuántas preguntas se aprobaba el test. No obtuvieron respuesta ya que, una vez corregidos todos los exámenes, el tribunal, del que también forman parte psicólogos, decidirá la nota de corte para recibir el diploma que acredite su título. Así que hasta que no se evalúe el nivel de los que en la Comunidad de Madrid ejercen de porteros, no se sabrá lo que se les exige. Los teléfonos móviles no dejaron de sonar durante el examen. Ni siquiera cuando se les advirtió en repetidas ocasiones que debían apagarlos ni tampoco cuando se les amenazó con expulsarlos del aula. Las academias La primera parte, la teórica, a la mayoría de los que se presentaron les pareció asequible. Quizá demasiado. «Yo he pagado 120 euros de academia para prepararme el temario y las preguntas eran obvias», se quejaba un chaval de apenas 20 años. Muchos otros habían estudiado por su cuenta y alguno no se lo había ni mirado. Donde sí hubo polémica, y mucha, fue en la parte psicológica. «Preguntas absurdas» para la inmensa mayoría y en las que casi todos habían mentido. Un joven lo resumía así: «Quien diga que no ha mentido en este examen es un mentiroso». Muchos de ellos estaban enfadados. «Es una tomadura de pelo, no sé qué criba pretenden hacer con este tipo de exámenes, pero desde luego, el único que no va a aprobar es el que no controla bien el idioma», explicaba un joven. Se verá en una o dos semanas.