Ibiza
Lydia Bosch podría estar comenzando otra relación
A medida que se acerca el viernes próximo, día en el que se verá la demanda de separación provisional previa a la demanda de divorcio, que podrán pedir en veinte días, de Alberto Martín y Lydia Bosch, todos afilan dagas, acentúan las suposiciones y mantienen las descalificaciones. Los de su entorno cavilan mientras cómo acabará la historia, además de lo que ya se sabe y lo mucho que presuponen. Es el cuento de nunca acabar en el que todos toman partido, aunque de momento parece sobresalir en su dignidad el marido demandado por presuntos abusos. Ella está lanzando una batería más o menos encubierta, pero él calla, mantiene el tipo –aunque ha adelgazado ocho kilos– y no se mueve del amplio ático de sus padres, situado en la Avenida de Europa de Pozuelo de Alarcón. Muy cerca, por cierto, del gimnasio propiedad de Carlos Sáinz y Javier Merino, donde, posiblemente, Lydia ha podido conocer al nuevo hombre de su vida. Le sirve de soporte para el via crucis que ella misma trazó, porque a nadie se le ocurriría tan disparatada demanda, y, menos, unas sospechas tan infundadas que ni siquiera la jueza las corroboró, ansiosa por rematar este asunto.
Un caballeroso cincuentón
La actriz manipula, habla con unas y otras, inspira lástima de género con frases tipo «tú que eres madre sabrás entenderme». Y Martín no dice ni «mú» mientras parece que sus padres se han quitado de en medio y se han refugiado en Ibiza. A él sólo le alegran sus hijos, el mayor ya de 18 años y estudiante de Arquitectura con unas notas espléndidas que enorgullecen a toda la parentela. Además, este fin de semana, con la resaca del encuentro en los juzgados, a Alberto le toca quedarse con los hijos nacidos de la en tiempos aparente y parecía que eterna unión con Lydia. Ella, en tanto, o tal me aseguran, se acomoda en esa presunta nueva relación. No pierde el tiempo, y el que podría ilusionarla y hacerla sonreír de nuevo es un cincuentón mucho mejor situado económicamente que su todavía esposo: tiene el pelo blanco, es muy caballeroso y coincidían en el centro deportivo Reebok, donde Cupido lanzó sus flechas tal si fuera un ejercicio para mantenerse en forma. Aunque sólo afecte a lo cardíaco.
Las más íntimas de Bosch están al cabo de la nueva orientación que su amiga daría al corazón tras apurar todo tipo de relaciones, algunas pésimas y olvidables excepto la mantenida con Iñaki Miramón, que aún es un hombro en el que puede cobijarse, cosa que ya no existe con amores pasados como los de Toni Cantó, Antonio Giménez-Rico y Micky Molina, que ofrecen perfiles humanos y físicos muy diferentes, demostrativos de que ella no tiene un patrón establecido. Todo depende de las circunstancias, y Alberto Martín no se asemeja en nada a cualquiera de cuantos le precedieron en el afecto de la ex actriz, y decimos ex porque no proyecta volver a su antigua profesión, aupada como está socialmente, que de eso se trataba. De todas formas, fue una etapa confusa que sólo resplandeció con el apoyo descarado de Emilio Aragón.
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